EMISARIO DEL DOLOR

Pedro Antonio Borges Rodríguez

 

Un cofre cargado de vanidades 

Le condujo a una cárcel de oro

Luchó contra distintas verdades

Vertiendo su falso decoro

 

 

Travesía al inframundo 

Arrancó el río de la dehesa

Dios altivo y foribundo

Produciendo nuevas presas

 

 

Roca firme, exenta de alegría 

Penetra densidades extremas 

Alma fuerte, ¿Quién diría?

Que contrae potenciales dilemas

 

Maldita roseta carnívora 

Empeñaste tú táctil lengua

En saborear el gusto que engendra

Un mal que se autodevora

 

En las algaravías de la iniciación 

Hay ratas que visten de seda

Oscura tésis, terca visión 

Cantina pocha y longeva

 

Locura de cipote nuclear

Monte en paradero desconocido 

Vive sin alma, ni red angular

Lucha, el tonto forajido

 

Eterna dosis de manantial 

Refresca su nivel de esperanza 

Escucha al mundo, en otro dial

Donde los oídos, no alcanzan

 

Luz en bóveda, recarga energía 

Y lucifer, sobre mi regazo 

Es el espíritu malsano, que guía

Mi vida, hacia el fracaso 

 

Dulce de acero, consorte de la muerte

Refriegas tú oscura obediencia 

Líneas ofensivas, opinando sin suerte

Niegan la total transparencia 

 

Vida fluorescente y gentil

Cuando el día no está castrado

Emergen los dientes y la boca prensil

Masticando sin sangrado 

 

 

 

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