Distancia

Golpe de mar

 

La distancia distendida,

cera derramada en dos espaldas enfrentadas 

sobre un chat.

 

Falanges divorciadas de sus metacarpos

 

             - en huelga   -

 

   Reclamando la caricia 

                                         en potestad.

 

Recurrencias de carne en parrilla de edredones,

descalabradas artes que angostan placeres escondidos,

un frenesí de labios conjugados con mi límite animal.

 

La premisa de recordarte en el menester de eyacular.

 

Consolarme con la ola de entreserie

rabiando por entubar tu nombre siempre a más.

 

En stock, cajas de abrazos y remuerdos 

que en los pasillos me hacen tropezar.

El remitente, la flor marcada de tu boca,

el mensajero que sólo yo consigo ser.

 

Sobrecarga de trabajo y aduanas.

 

La hoja de reclamación.

Copia rosa grapada en mi frente,

ojos sólo útiles al trasluz del desconsuelo.

 

El rastro bermellón que regatea todas mis huellas. 

 

La factura al contado del salvapantallas de tu mirar

tatuada en la cara oculta de mis párpados.

 

Una fianza que proveé de polvo mágico

al hada que esculpe beso a beso

nuestras vísceras que se han de entretejer.

 

Meterse en el reloj con dos pedales,

forzar la maquinaria.

 

Preguntar con mimo y con martillo,

a las piedras,

 

               -   su secreto   -

 

Saber de los achaques de los cantos rodados 

que aún recuerdan aquellos ángulos y planos.

 

Desleírme en los segundos 

que no atrapan a tu aliento.

 

La madriguera claustrofóbica

que a hiel destroza los segundos.

 

El Consuelo.

 

De saberte allí para mí por nuestro siempre.

 

Borra con miga de pan 

el perfilado a fuego de estos versos.

 

Cansados de tanto interludio,

la obra ya merece comenzar.









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