¡Qué triste el mensaje!

el brujo de letziaga

Arrimado al borde de un taburete de barra
sobrevivo acodado al mostrador,
cansado sobretodo de estar conmigo mismo,
hincado a un sorbo detrás de otro...

Decapito otro botellín de cerveza,
más ya no sé, si mi aliento es a tóxico o a insecticida,
que se entre muere funerario
y hace que mi cuerpo quede inhabilitado...

Solo con mi esqueleto,
con mis venas e insectos en el cerebro,
un urbano bípedo
lleno de resacas, de estertores, y de nada...

Sin memoria que me hable, que me salude,
para siempre nada ni nadie,
con un almanaque que por sí solo me consume...
¡Qué triste el mensaje!

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