Pronóstico metereológico.

el brujo de letziaga

Este fin de semana quise mortificar mi anatomía como es costumbre habitual en mis horas ociosas, ascendiendo a la cima del Ganekogorta, la cual está muy cerca de mi aldea, y allí me encontré con un pastor pariente mío de la rama paterna, el cual tiene dichos que siempre consiguen llamar mi atención. Es la típica sabiduría de las personas que conviven con la naturaleza a diario, y que es tan prolija en enseñanzas sobrevenidas de la observancia del entorno natural que les rodea.

 

 

El caso fue que ambos comenzamos con una conversación distendida, y estuvimos hablando del tiempo tan espectacular que hacia y de lo cambiante del mismo, ya que hace una semana hubo una gran nevada y en cambio en ese momento disfrutábamos de un sol radiante con una óptima temperatura.

 

 

Durante la conversación mantenida con el pastor, se me quedó grabada una frase suya que me parecía poesía, aunque esta fuese muy corta y escueta, y que me llamó la atención por la elegancia sutil de la misma, por la lucidez de su clarividencia, y por el vaticinio futurible que para mi suponía algo parecido a una revelación profética.

 

 

 “Es bueno que venga bueno ya, pero aun quedan dos nevadas” (Literal)

 

 

 Fue tan cálidamente consumada su frase, que fue como una simiente fecundada en mi mente, y me dije ¡Qué portento! Cuando noté que el cielo se elevaba y el aire se movía remontándome directamente a su conocimiento sentencioso, axiomático, que me entregaba en bandeja de plata su pronóstico meteorológico.

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