EL RINCÓN DEL BOHEMIO

En el rincón del bohemio, donde el vino se derrama,

se encuentra el poeta, con su pluma y su alma.

Acompañado por notas de guitarra y un ambiente soñador,

se sumerge en versos y sueños, en su mundo interior.

El bohemio es un trovador de eterna pasión,

que encuentra en el vino su fuente de inspiración.

El elixir carmesí corre por sus venas,

despertando sus sentidos y desatando sus cadenas.

El poeta, con su mirada perdida en el horizonte,

escribe versos que laten, que brotan de su fonte.

Sus palabras, como susurros al viento, se desvanecen,

pero quedan impregnadas en los corazones que enaltecen.

El vino es su compañero, su fiel confidente,

que le susurra al oído historias y versos ardientes.

El néctar escarlata despierta sus musas dormidas,

y sus letras se convierten en joyas perdidas.

El bohemio, en la penumbra de la taberna,

bebe el vino con ansias, como si fuera su eterna condena.

Sus ojos brillan con la magia de lo desconocido,

mientras su pluma vuela libre, desafiando al olvido.

El vino es su aliado en las noches sin estrellas,

donde el poeta busca su voz, sus rimas más bellas.

En cada sorbo, encuentra el sabor de la vida,

y en cada verso, su alma y su esencia están tejidas.

El bohemio, el vino y el poeta, un trío eterno,

que encuentra en la poesía su refugio y su invierno.

En el calor del vino y en la tinta de sus letras,

se entrelazan sus historias, sus pasiones y sus quimeras.

Así, en el rincón del bohemio, la magia acontece,

donde el vino y el poeta entrelazan su danza preste.

El vino nutre el alma del poeta con su embrujo,

y en cada copa, se despiertan versos que son su orgullo.