¿En qué me estoy convirtiendo?
Me pregunto, y yo mismo me respondo: ¿qué importa? Si ya he traicionado mis ideales. Si ya me he traicionado a mi mismo...
¿qué más da traicionar a los demás?
No puedo ni mirarme al espejo por las mañanas. Me repugno. Soy un extraño.
Mi sonrrisa se ha ido borrando a lo largo de estos años, la oscuridad la ha carcomido, y mi corazón, que algún día tuvo tanta luz para ofrecer, se ha vuelto oscuro, frío, solitario...
Ya no tengo sentimientos (más que de odio) Camino en las calles sin rumbo, deseando perderme para siempre y no ser hallado nunca más.
Vivo anhelando mi fin, espero con ancia mi destrucción y mi ruina.
¡Ah, cuantas paz pudiera encontrar en los brazos de la muerte!
¡Por fin pudiera descansar!
¡Descansar de esta vida, de este mundo, de esta sociedad ruin, de la civilización, del sistema y sobre todo, descansar de mi mismo!
Si no fuera tan cobarde, si no fuera tan temeroso, si no lo pensara tanto.
Ya no soy quien era antes. Mi antiguo yo ha muerto, y ese monstruo horripilante que siempre quise evitar, se apoderó de mi. Ese monstruo es lo que ahora soy.
¿Qué más da abrazar la oscuridad?
¿Qué más da coquetear con la muerte?
Sentir odio también es un sentimiento.
Me quiero hundir en la oscuridad, quiero que esa oscuridad me consuma, que me ahogue, que tiña mis ropas de un negro, negro infinito y pueda yo cubrir mi mundo en esa oscuridad, en ese silencio, en esa soledad.
¿Qué más da?
¿A quién le importa que una alma se pudra?
A nadie. A nadie jamás.
- Autor: Homo Reus (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de julio de 2023 a las 03:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Comentarios1
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