Abro los ojos presurosa, inhalando y exhalando con dificultad.
Me desespero al sentirme nuevamente ansiosa, despertando por el temor que infunde terminar ese sueño.
Sudorosa de los pies a la cabeza y con latidos estrepitosos, me niego a recordar lo que en sueños pasa.
Cierro los ojos buscando calma y entonces los flashes de un vivido se hacen presente.
Me tumbo de nuevo en la cama, sintiendo tus manos recorrer mi cuerpo, cual escultor tallando su nueva obra.
Tu aliento se esparce por cada milímetro de mi piel y es absorbido con deseo por cada poro de ésta.
De mis labios brota un gemido, que más pareciese demanda o queja, pues el roce de tus manos evoca cierto placer, que mi cuerpo necesita suba otro nivel.
Tus labios y tu lengua marcan contornos de mi figura y yo muerdo los míos evitando gritar, exigir ¡Ya!.
Siento la humedad brotando del centro de mi ser y no sé si te pertenece o es de mí, de quién emerge.
Surge la necesidad de sentirte, de enroscar mis dedos en tus cabellos y presionarte a mí eternamente.
Mi cuerpo toma vida y son movimientos violentos cual sacudidas que te dan el banderazo de salida para comenzar con mi mayor deseo y mi mayor penar.
Ese gruñido grueso y ronco que evoca tu garganta, mientras tú fuerza en mis curvas me desengancha de este mundo, de este tiempo, de esta cama.
La estocada dura y fuerte de tu envergadura que acompaña al descaro de mi grito desaforado lleno de pasión.
Dónde inicio, donde terminas, no sé ya ni quién de los dos soy, mi cuerpo y tu cuerpo son fusionados y en su éxtasis inmenso estallamos.
Un placer inimaginable que consume todo mi ser al grado de no poder ser consiente si estoy soñando o en verdad puedo tenerte.
Los sabores y olores emanados contigo cada noche, me sacian como nada nunca lo hace.
Entre temblores y unas contracciones que en mí se hacen presentes, siento llegar al cenit pasional más ardiente, más mi mente va en mi contra, haciéndome saltar despavorida, tomándome desprevenida éste terrible despertar, donde ni tú estás, ni el delicioso goce al que en sueños pude llegar.
De nuevo abro los ojos y me enfrento a mi solitaria y fría realidad, el agua no apacigua mi estado agitado, más bien es un trago amargo, otra noche en que encontrar descanso me costará caro, todo por no dejarte de pensar.
La tibia agua de la ducha me llama, más mi indesicion no atiende, en el fondo quiero volver a verte, así sea en sueños solamente pero volver a sentir el roce de tus dedos y el sabor de tu boca, proclamando su dominio y yo confirmando le mi pertenencia o dependencia a ti eterna.
De la nada apareces en mis pensamientos, haciéndote más presente y palpable en mis sueños, más sé bien que es imposible, no existes soy sólo yo que te deseo.
Nadmoon.
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