En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía
A Esteban le dijeron que eso de estar mirando la luna en las noches era cosa de viejas sentimentales y cada vez que lo sorprendían por las noches, ya fuera asomado a la ventana o en el patio subyugado por la presencia del astro era acreedor a fuertes recriminaciones; su padre, sobre todo pensaba que su único hijo varón había llegado defectuoso, él, que nunca había sido capaz de enternecerse con la llegada de ninguno de sus ellos le encolerizaba la sola idea de haber concebido un marica; motivos no tenía pues fuera del hechizo que afectaba a su hijo cada vez que la luna se dejaba ver aunque fuera solo una rayita curva era suficiente para que el chamaco la contemplara sin parpadear más de media hora, por lo demás era tan aficionado a los a los juegos rudos como cualquier otro niño de la colonia, sin embargo, el padre no opinaba lo mismo, y sus reacciones al verlo en plena contemplación podían variar desde la burla sarcástica a los azotes ya fuera a mano limpia o con lo primero que estuviera a su alcance, la madre por su parte prefería no intervenir, nunca tuvo carácter para hacer frente a esos arrebatos de malhumor y de las tres hermanas solamente la menor se escurría a su cama después de los castigos (evitando ser vista) para darle ánimos, ella tuvo la mala suerte de nacer después de Esteban, frustrando el deseo del padre por emparejar la prole y también resentía las consecuencias, por más simpática y dulce que fuera, Rosa, que así la bautizaron lloraba con Esteban, diciéndole que papá era demasiado rudo para disfrutar el encanto de la luna, que desearía poder recibir únicamente ella esos golpes injustos y le animaba a hacer planes de viajar lejos apenas tuvieran edad , le decía que algún día ella le acompañaría a esa luna tan distante y juntos la recorrerían para conocer a sus habitantes y al regreso traer objetos propios del lugar para demostrarle a su padre cuán equivocado estuvo, entonces se abrazaban y ella se alejaba con los ojos brillantes, feliz de haber podido consolado
Así estaba la situación cuando una noche de luna llena, la cortina que tapaba la ventana de Esteban empezó a incendiarse lentamente estando él ya dormido, sin embargo las llamas azules y rojas no provocaba humo ni se extendían a ningún otro lugar, parecía como si adrede carcomieran únicamente la cortina, entonces, ya sin ella se podía admirar la luna en todo su esplendor; Luis se despertó al sentir que la claridad lo acariciaba y abrió lentamente los ojos, y se sorprendió al ver la luna cubrir todo el espacio de la ventana, prensó que talvez seguía dormido; pudo distinguir claramente en la superficie lunar los relieves de ciudades, cadenas montañosas y mares, escuchó una voz diáfana invitándolo a explorar ya que ese era un día especial y podría permanecer el tiempo que quisiera, sin dudarlo, Esteban se acercó y al abrir la ventana descubrió en el marco una estela brillante que bajaba de la luna por donde caminó hasta ser recibido en un gran palacio de mármol profusamente adornado habitado por seres de piel pálida y brillante, ricamente adornados quienes se nombraron así mismo selenitas quienes le invitaron a recorrer su mundo, Esteban estaba maravillado y sin dudar se subió a naves de apariencia frágil que bien pronto descubrió resistente y ligera, capaz de recorrer grandes distancias emitiendo leves zumbidos, así conoció imponentes construcciones, algunas transparentes y de colores claros, animales fabulosos y plantas cuajadas de flores y frutos por doquier, Estaban disfrutaba extasiado la belleza y amabilidad de sus pobladores, el agua tan transparente que permitía ver criaturas acuáticas de delicado aspecto, todo parecía emanar su propia luz pues no se veía sol o lámpara alguna, pero a pesar de todo el encanto y los deseos de permanecer por siempre en tan mágico lugar su alegría se empañó con el recuerdo de su hermanita Rosa y, agradeciendo la hospitalidad pidió regresar de nuevo a su casa.
-¿No te ha gustado nuestro hogar’- preguntó su guía
-Es más maravilloso de lo que podría yo imaginarme, pero tengo una hermanita que sufriría mucho si la dejara para disfrutar yo solo tanta belleza, si tan solo pudiera traerla…
-Veo que la quieres mucho, sin embargo la conjunción que te permitió llegar no se repetirá en mucho tiempo, a cambio tal vez puedas llevarle un regalo, alguna joya, alguna prenda.
-Son ustedes muy bondadosos, pero eso no lo podríamos conservar pues mi padre se lo arrebataría enseguida, si me lo permiten, llevaré tan solo un frasco con agua, es tan transparente y fresca que seguramente le gustará.
-Eres muy inteligente y humilde, se te concederá lo que has pedido, ten por seguro que también será útil.
Bajaron a un precioso lago y llenaron con agua un bonito frasco de cristal.
-Éste es lago de la Transmigración, el frasco que te entrego es de un cristal especial e irrompible, dile a tu hermanita que lo guarde muy bien y lo ponga frente a la luna cuando ésta sea llena.
Al día siguiente, después de la paliza por la desaparición de la cortina, Esteban esperó una oportunidad para estar a solas con Rosa y entonces le platicó todo lo ocurrido, ella se mostró muy emocionada y agradeció afectuosamente el obsequio mientras escuchaba boquiabierta todo lo que Esteban había presenciado. Los años pasaban y ambos niños conservaban su gran secreto; Rosa debió enterrar su frasco en el patio para evitar que los demás miembros de su familia lo encontraran, cuando sabía que estaría sola en las noches de luna la sacaba para observar y entonces aparecía en el agua reflejado el río de la Transmigración cuyo afluente era el río del mismo nombre y corría por todo se cauce mostrándole los campos y las poblaciones lunares, deleitando a Rosa hasta que la irrupción de algún miembro la obligaba a esconder el frasco, pasaron así algunos años, Esteban recibió una beca y tuvo por fin la oportunidad de salir de casa, le pesaba tener que dejar a su hermanita, pero estaba decidido a terminar sus estudios para conseguir un trabajo que le permitiera llevarla consigo, su atracción por la luna no había mermado, sin embargo al crecer aquél episodio de su niñez iba perdiendo consistencia, como si se tratase de un vívido sueño que el tiempo difuminaba, perdiendo detalles; para Rosa al contrario, su emoción se renovaba cada vez que en su frasco veía recrearse las imágenes lunares en el agua.
Esteban se despidió con lágrimas de Rosa jurándole que en cuanto tuviera los medios regresaría por ella, Rosa, escondiendo su dolor en una gran sonrisa le dijo que se fuera tranquilo, pues ella sabría esperar.
Así con el transcurso de los años y con mucho esfuerzo Esteban pasó cinco años trabajando y estudiando, el recuerdo de su viaje lunar había quedado desdibujado en su memoria y a veces dudaba de que hubiera sido real, Rosa solo pudo terminar la educación secundaria pues sus hermanas se casaron muy jóvenes y ella debió quedarse a atender la casa, a su madre que envejeció prematuramente y a su grosero padre que no le perdonaba haber sido mujer, el gran consuelo de Rosa era su agua de luna, todas las humillaciones y mal tratos recibidos se desvanecían en esa agua mágica que le mostraba un esplendor lejano del cual Esteban había sido fiel testigo.
Pocos meses antes de finalizar los estudios de Esteban; Rosa empezó a padecer unos dolores intensos en la nuca, pero su padre no le dio importancia pues pensó que se trataba solo de achaques propios de viejas, pero luego comenzaron los desmayos y tuvo que llevarla a consultar, sin embargo y después de varios estudios el diagnóstico fue un tumor cerebral inoperable y fulminante, los días de Rosa estaban contados. El padre ni aún así se ablandó y en su fueron interno pensaba que después de todo aún tenía otros hijos, Rosa, aunque triste nada dijo, no había conocido otra vida, su dulzura y bondad persistía aunque con una sensación melancólica por la vida que se iría tan pronto, Esteban al enterarse se angustió mucho, decidido a regresar apenas graduarse e invertir todo lo que tenía para conseguirle un tratamiento. Pero el tiempo pasaba inexorable, y cuando por fin se graduó el mal había avanzado ya y de su dulce hermanita solo quedaba una sombra demacrada y débil; Esteban llegó a su casa anocheciendo y después de cruzar un saludo con su padre y abrazar a su madre corrió al cuarto de Rosa, quien se hallaba semi escondida entre las sábanas debido a su delgadez, en los ojos hundidos brilló una chispa al reconocerlo, pero era incapaz de levantarse ya, Esteban sintió una punzada en el corazón al ver su estado y gruesas lágrimas comenzaron a rodar, se acercó y la abrazó delicadamente, ella, con voz casi inaudible le dijo:
-Todavía conservo el frasco, es el mejor regalo que pude haber recibido en toda mi vida.
Al oír esas palabras Esteban recordó lo que el selenita le había dicho:
“Eres muy inteligente y humilde, se te concederá lo que has pedido, ten por seguro que también será útil”
Una idea cruzó por su mente afligida y desesperada
-¿Dónde está?
Rosa apenas pudo articular instrucciones y Esteban, sin pérdida de tiempo corrió al patio, la luna brillaba en lo alto, hermosa y redonde y entonces Esteban recordó vívidamente su experiencia, “Éste es el lago de la transmigración” resonaba en su mente, escarbó hasta dar con el escondite y regresó corriendo al cuarto de Rosa, luego, abrió el frasco y le hizo beber, poco a poco de su contenido.
Su padre, que lo había seguido le increpó:
-Es inútil, tu hermana morirá pronto.
Esteban, mostrándole el frasco casi vacío le gritó:
-No morirá, ésta es agua del lago de la trasmigración que traje de la luna.
Su padre encolerizado le arrebató el frasco, bebió el resto del contenido y estrelló el frasco contra la pared sin conseguir romperlo.
-No has cambiado pinche puto, tu agua y tu luna me los paso por el culo.
No bien terminó de decir aquello cuando la habitación comenzó a darle vueltas, desde las ventanas del cuarto se llenaron de una intensa luz y formas amorfas comenzaron a entrar, amenazadoras y siniestras el padre horrorizado corrió afuera perseguido por ellas mientras Esteban permaneció junto a Rosa, quien se había dormido profundamente y plácidamente, su madre había entrado y se acomodó del otro lado, rezando, el frasco permanecía en el suelo, intacto.
En algún momento Esteban se quedó dormido, soñando, recordando y reviviendo otra vez su estancia en la luna, en ella Rosa y él navegaban en el lago de la transmigración a bordo de un gran barco, una música delicada acompañaba las voces melifluas del coro que les acompañaba, Rosa estaba exultante, feliz y completamente recuperada, señalando una y otra vez el cielo surcado por aves exóticas y en naves silenciosas, desde las orillas hombres, mujeres y niños de belleza singular, ataviados con togas blancas y guirnaldas les saludaban al pasar y cardúmenes multicolores saltaban a su paso.
Al amanecer lo despertó el fuerte abrazo de Rosa gritando:
-¡Fue maravilloso haber estado en la luna! ¿verdad?
Esteban la miró: Se veía demacrada aún, pero era notorio que se sentía perfectamente, la madre no podía salir de su asombro y lloraba de gusto; solo unos minutos después alguien llegó a avisarles que la noche anterior habían visto a su padre salir como loco de la casa diciendo incoherencias,sin saber que había sido atropellado en una avenida muy transitada ocasionándole una muerte instantánea.
- Autor: Lourdes Aguilar ( Offline)
- Publicado: 5 de julio de 2023 a las 14:54
- Categoría: Fantástico
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lualpri
Comentarios2
Saludos poeta
.
Gracias por compartir tu magia en versos para la luna. hermoso.
saludos fraternos, de alma y corazón
.
😉
Muchas gracias , me alegra que te haya gustado
🙂
Justicia lunar!! Me encantó tienes mi admiración y mi fidelidad ganadas.
Un abrazo desde Bilbao
muy honrada con tus palabras, gracias colega
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