Tempestad

Voy a empezar más, no sé por donde,

sin rima, ni prosa, sin nada más que sentimiento.

Sentimiento que desconozco que es extraño, y puro,

y que nace desde mi ser, por el momento.

No diré “siento las lágrimas agolparse”,

pero si puedo sentir como se alejan,

a todo galope, cuál animal salvaje,

al avistar a alguien.

No, no me puedo sentir llorar,

pues toda expresión, y todo sentir, sé

alejan de mí, al ver su privacidad

de confesión, burlada.

No siento en mí florecer nada,

nada, ¡Nada!, y pensar que lo prefiero.

Que lo prefiero a sentir, no diré que sentir que muero.

Porque no lo hago, porque no lo hago,

porque no es así como se debe sentir.

No puede ser así. Y me niego una y otra vez,

no a mí, pues no hay tal cosa, pero a lo que fue,

y lo embadurno de palabras que he escuchado en otras bocas.

Y me enfurece, o al menos eso creo adivinar,

saber que una y otra vez me olvido, de lo que he sido.

Una y otra vez olvido, destrozo al pasado con mi indiferencia,

me dejo llevar por las experiencias, más nunca por Mis experiencias.

Y nadie sabe, nadie cree, que en mí hay más que una estatua de papel.

Tiemblo, eso es lo que pasa, ¿quién es quien alguna vez fui?.

¿A que parte de mi ser le robe la inocencia, el placer de una mano limpia?

¿Quién es y toda vio lo siente?

¿Adónde esta?

¿O fue acaso quien sí se dejó llevar?

Fui más fuerte, más fuerte que yo, pues no peleo contra nadie

a quien no pueda llamar yo. No había enemigo, no había ni siquiera situación.

Nunca existió, nadie más que yo. Y así me abandona la ardorosa pasión.

Las nubes han bajado, el aire ha soplado, me alejo.

Aquí me detengo por esta ocasión, el momento se ha pasado,

el ocaso ha llegado, me despido de ti, violenta emoción.