EL COMETA

Lourdes Aguilar


AVISO DE AUSENCIA DE Lourdes Aguilar
En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía

Era un cometa que viajaba por toda la galaxia, su trayectoria errática le hizo conocer bellos planetas y nebulosas, sus colores, sus movimientos y sus sonidos eran infinitos, combinaciones tan misteriosas como encantadoras; tanto que en uno de sus viajes el cometa atravesó la atmósfera azul de un planeta cercano al sol, atraído por algún extraño presentimiento, ese punto azulen la inmensidad parecía una acuarela vibrante y al acercarse cada vez más en su caída se definían sus zonas verdes, sus montañas de diversas tonalidades amarrillas y marrones, grandes mares hasta aterrizar sonoramente en una zona desértica, tal fue la fuerza del impacto que estuvo desmayado no supo por cuánto tiempo y cuando reaccionó se sintió pesado, seco y extraño.

Así como un adulto no es capaz de recordar sus primeros instantes de existencia, la primera inhalación de vida, así el cometa borró toda su memoria en la caída. En sus poros sin embargo se encontraba adherida esa existencia anterior, su nueva vida transcurriría tratando de adaptarse a la inmovilidad, a escuchar lo que en otras circunstancias no hubiera sido capaz, sin embargo era un estado que la hacía sentirse melancólico mientras veía a las águilas en el día y a las lechuzas en la noche trasladarse de un lugar a otro en el amplio cielo, las otras rocas no estaban afectadas por esa inmovilidad pues para ellas el tiempo tenía otro sentido, quizá porque ellas habían cambiado con el paisaje a través de ese tiempo y puede decirse que fue y seguía siendo parte de un viaje para ellas, por eso no podían comprender la melancolía del recién llegado en ver volar a las aves ni por qué sus pláticas consistían en fantasías inimaginables para ellas o le interesaban tanto cuando ellas describían lugares que estuvieron en la superficie antes del panorama actual.

 -¿Qué tanto les miras a esos pájaros? –Le preguntaban de vez en cuando.

 -No sé –respondía él –debe ser interesante ser ligero, poder moverse de un lado a otro.

 -Sí que eres extraño, nadie piensa en eso, está claro que ninguna de nosotras ni tú podría hacerlo.

 Al principio el cometa ahora convertido en una simple roca soñaba con explotar en pedazos tan pequeños como los granos de arena que se trasladaban por todo el desierto formando remolinos y así alejarse, o también soñaba con estar atravesando el cielo y así mismo la corteza que lo retuvo hasta atravesar completamente todo el planeta para continuar su trayectoria sin más obstáculos.

 Aquí, en esta etapa se aburría sobremanera, se sentía pesado, sin vida, sirviendo únicamente de asiento ocasional a hombres y bestias.

 -Cuéntenme más de esos animalotes que había.

 -Ya te lo contamos cien veces.

 -Seguro recordarán algo más…

 Así se enteró de cómo habían existido seres enormes en la superficie, árboles verdes acordes a su gran tamaño, lagos repletos de peces y mamíferos, de ciudades construidas después de que una catástrofe aniquilara a los gigantes, ciudades relucientes como plata donde pululaban seres más pequeños, seres que vagabundeaban por todas partes, seres que hicieron cosas bellas en su ciudad para subsistir y solazarse, gentes que aprendieron a comunicarse pero que terminaron peleando entre sí hasta que otra horda llegó a saquear y destruir esas ciudades dejándola en ruinas y sin un solo sobreviviente, con el tiempo fueron enterradas en la arena y desde entonces el desierto permaneció solitario, atravesado por gente ignorante de esa historia y sordo a las voces de las almas que quedaron atrapadas en ella.

 -¿Y tú de dónde vienes?

 -No lo sé, cuando me di cuenta estaba aquí, debe haber sido por la caída que se me borró la memoria.

 -Eras una bola de fuego, ¿seguro que no recuerdas nada?

 -Nada, si no me hubieran dicho que caí del cielo pensaría que todo el tiempo he estado aquí.

Cuando miraba las estrellas al oscurecer el cometa quedaba pensativo, si alguna vez estuvo ahí, ¿acaso no tendría nuevamente la posibilidad de regresar?¿Qué clase de existencia era ahora la suya cuando aquélla bóveda era infinita, con espacio suficiente para él y todas las rocas del valle?

Una tarde, ya anocheciendo llegaron tres peregrinos que se detuvieron a descansar sobre la roca, hicieron una fogata y al acostarse empezaron a platicar, uno de ellos, señalando un cometa que en esos instantes pasaba exclamó:

 -Una vez me dijo mi abuelo que cuando veamos pasar un cometa podemos pedir un deseo porque ésos son los dedos de Dios y cuando lo pides algo se queda impregnado y te lo concede si es que no cae a tierra, porque si lo hace quiere decir que solamente tenía comezón y se rascó, entonces el deseo se queda en tierra y él no se entera.

 -¿Pediste algo?

 -Sí, pero no te lo puedo decir.

 -¿Será cierto que son bolas de fuego y que donde caen hay desgracia?

 -Entonces no serían dedos de Dios sino del diablo, imagínate entonces si viera mi deseo, seguro se me aparecería para pedirme algo a cambio, ya saber que el diablo no hace favores gratis.

 ¿El diablo?¿Dios? No creo que una bola de fuego pueda ser mala o buena, yo creo que más bien es de acuerdo al sapo la pedrada: si es pequeño deja un cráter si es enorme nos lleva la chingada, así también el deseo: si sigue su trayectoria se cumple y si cae ni modo.

-¿Y qué tal si al caer queda todavía ese deseo latente y no se cumplirá hasta que Dios o el diablo lo recojan?

 -No había pensado en eso.

 Se escuchó un sonido, primero un siseo leve, luego más pesado, de un pico terrones y trozos de roca se desprendieron rodando precipitadamente hacia abajo, tan sonoro que los peregrinos se levantaron espantados.

 -¡Rocas!, ¡rocas! ¿oyeron? Vienen cayendo de ese pico, mejor vámonos.

 -¿Ya vieron? Por estar nombrando al maligno ya nos encontraron, vámonos rápido y empecemos a rezar, “Libra mis ojos de la muerte…”

Los peregrinos siguieron su camino mientras el cometa reflexionaba en voz alta.

-Si pudiera pedir un deseo sería volar.

 Las rocas temblaban de risa, sacudiendo el suelo y desprendiendo pequeños guijarros, el cometa, cohibido permaneció callado.

 -¡Qué disparate! A menos que te coloquen en una catapulta nunca serás capaz de moverte.

 -A lo mejor le puedes pedir el favor a alguna de las águilas para que te carguen, veamos, con unas cien a lo mejor logras avanzas unos metros antes de cansarlas.

 -¡Ya sé! Dile a los alacranes que escarben debajo de ti hasta encontrar lava, así la corriente te llevará lejos o por lo menos te vas a desintegrar y te curarás de la nostalgia.

 El cometa se puso triste, debería haber aprendido ya que las demás rocas eran felices en su inmovilidad y no podrían entender sus sentimientos ni la alegría que le ocasionaba la revelación de los peregrinos, sus burlas apagaron la emoción que acababa de expresar, tal vez después de todo era su destino desintegrase en silencio, escuchando una y otras vez historias en las cuales no participó, con un deseo nunca cumplido, desde entonces ya no volvió a preguntar nada por lo que las demás rocas acabaron ignorándolo.

  Pasó el tiempo, el lugar comenzó a poblarse con gentes andrajosas y hambrientas que ahí se asentaron con algunos animales huyendo de alguna guerra, eran hombres, mujeres y niños tristes y silenciosos, que se movían como autómatas, levantando sus tiendas, alejándose para buscar agua, cazando lagartijas y serpientes para comer, algunos enfermos lentamente agonizaban sin llanto, pues ya todos habían agotado sus lágrimas y así eran enterrados con las manos desnudas pues ninguna herramienta tenían; el cometa, viendo tal miseria pensó que aquéllas gentes eran muy diferentes a las bulliciosas que alguna vez habitaron la ciudad del valle.

 El guía de aquélla gente eran un hombrecito viejo que cada noche los reunía y les aconsejaba para que no se dejaran morir como viles gusanos, enseñaba a jugar a los niños y les contaba cosas, él fue el primero en darse cuenta de que el cometa no era una roca como las demás, su textura y su color sobresalía de las otras por lo que decidió usarla para meditar, el cometa por su parte supo que aquél hombre podía sacarla de su monotonía con nuevas historias y así, una noche mientras dormía le habló:

 -¿Ustedes de dónde vienen?

 -Teníamos una aldea muy lejos de aquí, pero nos echaron a la fuerza de nuestras tierras y hemos vagado desde entonces, quedamos muy pocos.

 -¿Por qué?

 -La nuestra era tierra fértil y mi gente feliz pero indefensa, invasores llegaron con armas y empezaron a disparar, se asentaron y no pudimos regresar.

 -En medio del valle hay una ciudad, si cavan encontrarán cosas útiles.

 -¿Cómo lo sabes?¿Eres un genio?

 -Soy un cometa, llevo un deseo.

 -¿Cometa? Ya decía yo que no eres de aquí, te ayudaré a volver al cielo en cuanto mi gente recupere la fe.

 Así, al día siguiente, mientras las mujeres fueron por agua y los niños cuidaban los animales el viejito se puso con los hombres a escarbar donde el cometa le había dicho, pasaron días y semanas haciéndolo sin esperanza, tan solo porque no tenían ya nada que perder, su trabajo fue recompensado cuando empezaron a sentirse las paredes de las antiguas casas, no completas pero todavía firmes y conforme fueron desenterrando más, herramientas y utensilios todavía conservados que poco a poco les devolvieron esperanzas, el viejito organizaba y distribuía y cada noche dormía sobre el cometa y le contaba la historia de su gente, sus costumbres y cómo la desgracia se había cernido sobre ellos.

 Cuando aquella podre gente pudo organizarse mejor y acondicionar un espacio en la ciudad subterránea, fuera de la vista de la superficie, el anciano le dijo a la roca.

-Estamos sobreviviendo gracias a ti, pero el agua es poca y hay que caminar mucho, es agotador.

-Rómpanme -dijo el cometa

-¿Cómo?

-En mi interior encontrarás agua, agua suficiente que no se agotará, tu deseo es que tu gente sobreviva y te lo concederé, para eso caí, es hora de regresar al espacio.

 El anciano no habló más, dio instrucciones a los hombres para que perforaran cuidadosamente la roca de donde efectivamente empezó a fluir un chorro cristalino y puro de agua, la gente, feliz cayó de rodillas dando gracias al cielo, mientras el cometa iba sintiéndose por fin ligero, elevándose dichoso hacia las regiones infinitas del universo.

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  • Autor: Lourdes Aguilar (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de julio de 2023 a las 12:48
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 12
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Texi
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Comentarios +

Comentarios1

  • Elthan

    El relato creado aborda temas de la naturaleza y existencía humana, como la nostalgia, la adaptación a nuevas situaciones y la solidaridad. El cometa representaría la esperanza y la posibilidad de cambio en un entorno desolado. A través de la historia, se destacan los contrastes entre la inmovilidad y el movimiento, la opresión y la liberación, y se enfatiza la importancia de la ayuda mutua en momentos difíciles.

    El inicio me resultó ser un poco pausado, la narración detallada y descriptiva, ralentiza la progresión de la historia, conforme avanza, adquiere mayor dinamismo y aceleración en ciertos puntos de la historia.

    Saludos a ti.

    • Lourdes Aguilar

      una reseña muy interesante, gracias por tus observaciones



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