Silencio, universo.
El vasto espacio para expandirse,
para extenderse, para explorar.
Regiones desconocidas, de los páramos del alma,
luz de luna flotando, amplitud.
Me confieso, una vez más, me abro.
Soy yo, no cambio, me descubro.
Me descubro cada día, cada minuto.
Más la incertidumbre se me aparece,
con el rostro del miedo,
el rostro de desconocer quién soy.
¿Pero si cierro los ojos, quién soy?
¿Qué veo, que siento?
Solo escucho una risa, cadente,
libre, no me avergüenzo más de quién soy.
No, ya no tengo pena, ya no encubro que he envejecido,
y que he rejuvenecido.
Y me miro al espejo, un ser humano,
completamente humano,
el velo se cae, se abre,
una lágrima de miedo,
y una risa de completa alegría.
Avanzo lentamente hacia el balance,
subo la montaña, alzo los brazos,
y grito a los cuatro vientos:
¡Soy yo, no cambio, me descubro,
me revelo ante mí!
- Autor: Euterpe Dalid ( Offline)
- Publicado: 21 de julio de 2023 a las 04:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Lale Neda
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