Un ensayo de un enamorado (Primera parte )

Alex R. Palacios

Va el mendigo por las calles de su pueblo, donde nadie lo reconoce, va arrastrando su pasado. Y en su pasado, ella, quien le dio la riqueza llamada amor, va por calles ese pobre diablo mas no hay ninguna lágrima porque ya todas las secó el tiempo, el cual castigó sin piedad su cuerpo ya cansado de tanto andar por este mundo. No le reclama al cielo, pero cuando se mira en un espejo maldice sus decisiones, maldice esa tarde en que quiso engañar a su pensamiento. Mas la soberbia de la falacia lo acusó desde sus adentros y gritó su pecado. Si esa tarde no le hubiera fallado a la confianza de aquella persona, si esa tarde su pensamiento no hubiese faltado; no maldice el tiempo, se maldice a sí mismo por no estar con su amada. Maldice su rostro, sus ojos por ver aquel desvío que causó esta tormenta. Y pasa diciendo, maldigo mis pies por equivocarme de sendero. En qué espacio me cegué? y no vi tu tristeza en qué momento no vi caer tu lágrimas! Hoy véanme a mí, como hombre mendigo por este mundo. Mas no puedo culpar a nadie más que a mí mismo por dejarte ir; si ese calor que me daban tu caricias era lo mejor de mi vida y esa sonrisa que me alegraba el día; el aroma de tu piel que nunca podré olvidar y tu voz, música para mis oídos como olvidar todo eso. Por eso maldigo! Por eso me maldigo por decirte adiós de una forma injusta, hoy mi rostro es una mueca de angustia y ayer tan solo ayer! en mi rostro se dibujaba una cara de felicidad ayer! yo te tenía en mis brazos ayer....ayer... Maldigo! Maldigo mi ser por haberte traicionado. Decía el mendigo caminando por aquellas calles de su ciudad, la ciudad! que lo vio nacer, ciudad! que vio como la mentira lo envolvió en un instante. Y lo apartó de aquella dama que le dio su amor sincero, si, amor incondicional, el amor que lo hizo feliz. Al menos hasta que el decidió perder todo por una mentira. Tal vez este hombre con sus sueños de querer sembrar en tierras áridas quiso dejar aquellas tierras con buenas cosechas; tal vez, no quiso hacer daño, pero un engaño es como una sentencia de muerte; aunque este mendigo pida perdón, aunque este mendigo pida por su amor y diga que el amor verdadero… todo lo perdona. La decisión está tomada.

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Comentarios +

Comentarios2

  • Ma. Gloria Carreón Zapata.

    Una mala decisión puede cambiarlo todo. Excelente texto escritor, un placer disfrutar de la lectura, saludos cordiales.

    • Alex R. Palacios

      Gracias por su visita y disculpa por responder muy tarde, agredecer por bello comentario Saludos..

    • Hugo Emilio Ocanto

      Excelso, poeta.
      Felicitaciones.

      Saludos.

      • Alex R. Palacios

        Gracias amigo en la poesía Hugo Emilio Ocanto, es un placer su visita en este ricon .. saludos fuerte abrazo de amistad..

        • Hugo Emilio Ocanto

          Otro abrazo de amistad para ti, Alex.



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