Las noches se volvieron ese lugar del que prefiero huir cuando el sol se esconde.
Y es que no queda muy lejano el tiempo en el que las añoraba, sabía que nuestro encuentro era ahí; entre el ocaso y el brillar de la luna.
Pero hubo un día en que te esperé ; sin embargo se hizo la noche. Prendí un fósforo, y ni siquiera bastó su ápice de luz para mantenerme a salvo; los monstruos habían regresado.
Traté de huir lo más rápido que pude y prometí no regresar; era evidente, te habías ido.
Es desde entonces que, a medida que el sol se prepara para irse a dormir; yo lo acompaño en su retirada.
Quizá algún día vuelva a sentirte en el último rayo de luz, entre el ocaso y la luna; y sabré por la calidez en mi corazón, que volviste a casa.
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