Querida niña.
¿Qué sucede? Te veo un poco... ¿qué, desorientada, triste quizá?
Quiero que sepas que estoy aquí para escucharte, para decirte y abrazarte, y si lo prefieres compartir el silencio.
A medida que te escribo te siento un poco dolida, y como en pausa.
Sé de tus vivencias desde tu niña consciente, acaso ¿es eso lo que te hace ser tan silenciosa?, ¿o el darte cuenta de muchas cosas que podrían considerarse incomprensibles a tu edad?
Siento que de a poco, contestando lo que te pregunto, reconozco más tu realidad.
También, que se abre una ventana y puedo decirte con certeza que ¡cada mañana sale el sol, y a través de su calidez y luz llega la alegría!
Te aseguro que, con el tiempo, te darás cuenta de que crecer vale la pena, y lograrás compartir todo lo bueno y especial que hay en ti.
Quiero que sientas que esta carta es algo más que palabras vacías en un papel.
Realmente deseo acompañarte desde mi hoy maduro, lleno de ese amor que no supe sentir durante mucho tiempo en mi vida; ya no siento que me faltó, con los años aprendí que cada uno da lo que tiene como puede. Haberlo descubierto me enseñó a no juzgar, a perdonar, y sobre todo a perdonarme.
Te cuento que, en mi camino... me disculpo, en nuestro camino, y visto desde acá, siempre Él estuvo presente.
Al principio impuesto en el aprendizaje.
Muchas veces soltamos Su Mano, nunca para cruzar la calle y ponernos en la vereda de enfrente, sino para relajarnos de lo que, en esos momentos sentíamos como imposiciones.
A medida que te escribo, siento la contradicción en mi interior.
¿Qué sucedía en ti para sentirte tan poco querida? ¿qué, para quererte tan poco a vos misma?
Sé que realmente lo sufriste mucho y por mucho tiempo, ¡y esa es la contradicción! Los buenos recuerdos superan y diluyen un poco esos sentimientos, a pesar de saber lo mal que lo pasamos en esos momentos.
Entre otras cosas, valoro el profundo amor que sentimos por nuestra hermana, cuya estatura parecía imposible de alcanzar a los ojos de nuestro entorno; y a pesar de eso jamás la hicimos responsable por esas comparaciones.
Es casi irrisorio, trato de recordar los no tan buenos sentimientos que tenías hacia papá y mamá porque, claro, eras la rebelde de la casa, y eso tenía sus consecuencias.
Mas, a la distancia, te prometo que todo eso pasará y lograrás comprender, aceptar y valorar la totalidad de tu vida a medida que vaya transcurriendo.
Te aseguro que experimentarás una inmensa felicidad y agradecimiento cuando vayas alcanzando tus objetivos, aunque ni siquiera se te ocurrió considerarlos, ¿cierto? ¡Por supuesto, aún no los descubrías!
Te prometo que siempre estaré acá abriéndonos camino, y que nunca te perderé de vista; porque aprender es también amarte, y eso hace posible amar, conocer y comprender a los demás, hace que seamos quienes queremos ser.
Estoy comprometida a seguir tu crecimiento paso a paso y aprender a quererte cada vez más.
Sin tus vivencias ayer, no existiría mi hoy.
¡Te abrazo y te acompaño!
Tú y yo.
Miriam Venezia
01/04/2023
- Autor: Miriam Venezia (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de julio de 2023 a las 11:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Dante Cruz Velez, Lualpri
Comentarios1
Muy buena carta le has escrito a tu propia niña. Muy profunda y reflexiva.
Gracias por compartirla.
Un fuerte abrazo y buen fin de semana! 🌸
Gracias, igualmente!! Es un placer compartir y saber que produce eco!! Un abrazo!!
Otro para ti! 🌸
🥰
👍
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