Alguna composición de Chopin a las 10:28 a.m. un domingo de agosto, una conversación en la oscuridad donde se confirmó que la Alexandra del cielo pereció, los días que pasan lentos pero que siguen naciendo, y un poco más, la certeza de lo muerto.
El resurgimiento de Morgana en la calma de la soledad, las pastillas rutinarias para traer al Dios del sueño, y la guitarra que llora entre las manos de los recuerdos.
Las melodías cada vez más adentro, los cafés de todo el día y el humo del tabaco que nos acerca más al sueño eterno.
La definición de contrariedad como entendimiento de la naturaleza, luz y oscuridad, vida y muerte, Canserbero y querer querernos.
Soñarse despierto sumergido en el agua, dejándose llevar por las corrientes y sentir todo lento, a luces traspuestas con los ojos cerrados pero viendo.
Dar vueltas sobre nuestro eje central y creer que como un modelo de hélice saldremos a volar, levitar.
Un domingo cualquiera de una vida cualquiera, y una cualquiera escribiendo textos a las 10:30.
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