He cruzado todo el día en mi café
y he llegado tarde
con el color del luto
como si en la retina del horizonte
solo poblaran sombras.
¡Ciudad de húmeda arcilla,
del aire que se bebe el silencio
de la eterna amada!
¿Porque no me sorprende el aguacero
en estas horas de áspero
dolor existencial?
Todos miran el horizonte y luego
un nombre sobre la tierra,
todos vuelven al mundo por los linderos
regados de flores amarillas;
Atrás quedan los árboles y el aire
con sus murmullos,
la vida dichosa con sus raíces profundas
en la memoria.
He cruzado el día en ausencia, a lo lejos,
como un rumor de sombras
que descalzas van hacia la tierra.
Han llorado tus ojos desde lo lejos
que estas lluvias parecen lagrimas
que han volado
para acallar mi boca.
¡He cruzado el día hasta llegar al horizonte
de mis penas!
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