llegaste tú y llegó la luz
envuelta en la mañana de la vida
vistió los cuerpos de color
bostezando de sueño todavía
rociándolos de lúcida alegría
de impudor contra la dicha
la luz
tu luz de compasión tan tibia
tatuando el cercano misterio
de cada amanecida
luego de echar andar caricias
deshaciendo tu pelo
componiendo mis días
la luminosa estela
de lo que no tiene prisa
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