SILENCIO

juanestrada

Absorto, solo y azorado 

entre cadáveres 

camina lentamente el poeta;  

bebe de las charcas

y dormita a la vera del camino polvoriento.

Ya no escribe,

se limita a sentir las ráfagas nocturnas

de agosto bajo la luz helada de la luna. 

Él también es un muerto 

construyendo nostalgias

y repitiendo su propio nombre 

como oración secreta 

para no perderse del todo 

entre el afán de los días 

y el desaliento de su alma atormentada.

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