La rubina. Part 1

 

Eres mi mujer, la de piel de miel quemada, la de los labios gruesos y redondos, la de pelo liso, mojado, fino.

 

Tu eres esto; eres todo. Porque fuera de ti toda intención se frustra, me das aire, me das vida. Cuando veo el rielar de tus ojos color ámbar. Quedo en éxtasis, con febril pasmo.

 

Me provocas nervios, y al rato me pareces una mujer sola, una pequeña marmota que se perdio en su letargo, una madreselva pretendiendo escalar su tapia. Siento ganas de cuidarte, de cobijarte en mis brazos y acunarte en mi pecho. Emerge este deseo de tenerte y protegerte siempre.

 

Has tomado mi endeble corazón, mi alma mustia, mi desolación, en fin; mi vida triste. Has traído tu risa, tu luz, tus aguas vivas, tu compañía, tu comprensión. Todo esto resulta ser una celebración, y tu eres el alma de esta fiesta.

 

 

 

 

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