A punto de nieve

Golpe de mar

 

Este sin nada batido a punto de nieve

estos brazos que sólo acompañan a ritmo fúnebre

unos zapatos 

que se arrastran,

queriendo dibujar

su disconformidad en un harakiri.

 

Las manos que le sobran hoy

 

                                al barro.

 

Unos bolsillos de borrego, tan cobardes

oliendo a vómito como bolsas de mareo.

 

La vista se adormece en cualquier línea horizontal.

Una falsa recta de mar alcanza al cielo,

- la ralla que separa los carriles opuestos -

por la gracia de otra norma

aún más absurda.

 

Los camiones y sus luces,

gominolas de besos de polillas

que me huelen a fresa y azahar.

 

Es la hora de tasar la crítica del peso.

 

Detallar el desgarro muscular, la estría de la piel que irá a la muerte.

 

Pinzamiento o contusión, contractura.

 

Amorfa manera de desintegrarse sobre sí una ilustración

esculpida a golpes de invidente,

el que confundió el verbo ser con el estar.

 

Con tantas toneladas de palabras

embalsamadas en la miel de una floresta

trabajadas en los cauces de su vientre

 

aún sabiéndose páramo desierto

engañada por el forcejeo de su sonrisa con la bruja del Oeste.

 

- Las apuestas resultaron ganadoras -

 

Usar la dinamita sobre el techo sin mesa de caoba.

 

Salir del amasijo sin no todos los miembros 

                        resulta 

 

                                alagador.



El esfuerzo del pincel que siempre acaba en negro

 

                dentro del vaso de agua.

 

El deseo de aniquilarnos con silencio de relámpagos

y con la imposición de la Ley Seca.

 

El luto a la desgracia impuesta sin sorprendente dilación.

 

La condena de ni concedernos un instante;

la certeza de toda la arena del reloj,

 

De los granos que caían a trompicones 

en mis ojos, 

engañados por no ver

un dolor casi infinito.

 

Descubrir el peso de mi aliento

en el quicio de su casa,

y el punto de mira en la mentira

de la frente del acusador.

 

No soy de repetir los platos fríos

y mi cara se reguñe en disimulo.

 

Seré siempre lomo y espina

y me haré fuera, al viento

salpicando la pared 

con la que te vas a restregar.

Sin luz y sólo 

apenas el lamido de tu perro

que me avisa del porqué de la sinrazón.

 

Mejor así, sin cortahielos. 

La atmósfera entera para tí,

para mí, lo justo para sobrevivir.







  • Autor: Golpe de mar (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de agosto de 2023 a las 21:35
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 15
  • Usuarios favoritos de este poema: Lucía Gómez, MISHA lg
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