Érase una vez un verdugo en una prisión en un Estado donde existía la Pena Capital. Éste disfrutaba sádicamente achicharrando a los criminales más brutales en la silla eléctrica, a la que veía con cierta devoción, algo así como un instrumento divino, la llamaba "la herramienta de la voluntad de dios".
Resulta que a los años, siendo ya un anciano, muere tras una dolorosa enfermedad.
Trascendiendo el Tiempo y el Espacio nos enteramos de que este mismo Ser ha reencarnado al poco tiempo en un hermoso bebé en un pueblo recóndito en el Estado donde se permite la Pena Capital.
Pasan los días y nos encontramos a un apuesto e inteligente jovencito, próximo a pasar a la edad intermedia entre la niñez y la adultez, alégre y jugetón sale todas las tardes con viento a volar una cometa.
Una Tarde tormentosa nuestro enérgico jovencito junto a sus amigos compiten con sus coloridas cometas, un rocio de llovizna los baña y las cometas pasan muy cerca de unos cables de alta tensión, pero la cometa de nuestro amiguito se posa sobre uno de ellos.
El niño muere al instante tras una descarga tan potente que queda casi totalmente carbonizado. Sus Padres, desconsolados en el funeral, se preguntan sobre Dios, llegando incluso a soltar una que otra blasfemia o maldición hacia el despiadado "Ser" que es capaz de permitir algo como esto, la gran injusticia de la muerte de un niño inocente.
- Autor: Sirdon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de octubre de 2010 a las 08:36
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 51
Comentarios1
Nadie debería enjuiciar los juicios de Dios. Somos una mentalidad inferior, no podemos comprender la grandeza de lo que está mucho muy por encima de nosotros.
Saludos
El tema acerca de Dios y la existencia humana es sumamente delicado, cada cual entiende hasta donde es capaz y cree en lo que es capaz de comprender.
Salud y Paz!
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