Memorias Cortas pero Verdaderas

Arturo QUINTANA

Presentación;

Mi nombre es Arturo QUINTANA, nacido en abril de 1.945 en Pamplona, provincia de Navarra en España, en 1950 mis padres emigraron hacia Argentina, con tres hijos y después de pasar un tiempo en casa de unos tíos en Villa Devoto fuimos a vivir en la calle Almeyra Nº 525 en el barrio de Villa Libertad, partido de San Martín, en la Provincia de Buenos Aires.

Memorias Cortas pero Verdaderas, intenta narrar una parte de mi vida y de la Familia QUINTANA, que marcó nuestras vidas y que necesitaba graficar y hacerla pública.

La Facultad de Ciencias Exactas;

Allá por el año 1965/66 en el Barrio de Flores, más precisamente en la calle Membrillar 869 vivía Carlos Críscola, éramos compañeros de la Facultad, cursábamos el Ingreso a Ciencias Exactas, fue allí donde lo conocí, en la nueva carrera de Computador Científico algunas clases se dictaban en Núñez, en la Ciudad Universitaria.

En 1963, gracias a Manuel Sadosky, se producen dos hitos históricos en el desarrollo de las ciencias dentro de la FCEN. La creación de la Carrera de Computador Científico, primera en Latinoamérica en impartir y desarrollar la computación como área autónoma de las matemáticas.

Fuente:Wikipedia;

https://es.wikipedia.org/wiki/Facultad_de_Ciencias_Exactas_y_Naturales_(Universidad_de_Buenos_Aires)

Otras se cursaban en la vieja sede situada en la manzana de las luces, calle Perú 272, entre la calle Alsina y Moreno.

No recuerdo exactamente cuándo, comenzaron a transmitir las clases vía Microondas desde Núñez para Perú.

https://bibliotecadigital.exactas.uba.ar/download/mensula/mensula_n012.pdf

(Pocos conocen que la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales tuvo un canal de TV, produjo sus propios programas y los emitió en un circuito cerrado de televisión, que era la que se transmitía por microondas a Perú desde Núñez, donde una cámara de vidicón u orticón tomaba la imagen que ofrecía un proyector ordinario”.

Otra posibilidad va a ser conectar el edificio nuevo de la Facultad, en Núñez, donde se está instalando el estudio, con el edificio de Perú mediante un equipo de microondas, en forma tal de poder transmitir simultáneamente.

Esto fue posible entre 1964 y 1966 gracias a una combinación de factores, organizados por un notable pedagogo, el físico Eduardo Flichman.)

Bar “El Estudiante”;

En la Diagonal Sur a pocos metros de Perú estaba el bar “El Estudiante” que frecuentábamos antes de entrar a las clases, en ese bar nos atendía el mozo Avelino, todo un personaje, un gallego con acento de recién llegado que ya nos conocía bien, tanto es así que cuando yo no tenía dinero me fiaba lo que comía, me mató el hambre muchas veces.

Familia Críscola;

Las reuniones para estudiar se hacían en la casa de Carlos, generalmente comenzaban por la tarde, y se extendían hasta después de la medianoche.

La familia Críscola era de clase media, el padre Don Carlos, tenía un hotelito residencial en plena calle Florida, sería algo así como un albergue pequeño tipo dos estrellas, además tenía otros negocios que yo desconocía, pero después de un tiempo participé de uno, donde él y un socio llamado Alfredo Petagna fabricaban jugos de fruta en un galpón ubicado en el barrio de Mataderos, la marca era Alpet, no me acuerdo de la calle, trabajé allí después de un tiempo, pero eso es parte de otra historia corta que inclusive involucra a Nilda Ermoli…

En la casa de mi amigo Carlos, la pasábamos bien, se comía de Primera, y hasta tenían una sirvienta que se llamaba Kelly; una negra linda y culona que cuidaba de la limpieza, etc.

Cuando Don Carlos salía sin el auto teníamos transporte para ir y venir, tenían un Chevrolet 400 Sedan, color celeste metalizado año 1964, cuando Don Carlos se despertaba de la siesta el auto debía estar en la puerta, limpio y brillando, nosotros lo lavábamos y le poníamos cera para que brille.

A veces don Carlos le decía a Carlitos: “la goma de auxilio está pinchada llevala a la gomería para emparcharla” entonces íbamos a la gomería “Larocca Neumáticos” que estaba en la Av. Del Trabajo entre Lautaro y Camacuá, a veces don Carlos no nos daba dinero, porque sabía que no tendría el vuelto, en la gomería ya conocían el auto y sabían que en algún momento pasaría don Carlos para pagar.

La madre de Carlos se llamaba Angélica, pero le decían Lica, era una mujer fuera de serie, cocinaba estupendamente, yo recibí educación por parte de doña Lica, yo era “Bruto” cuando llamaba por teléfono y atendían del otro lado iba directo al asunto preguntando; “Está Carlos?” y me pasaban la llamada, un día en la casa de Membrillar dona Lica me llamó aparte y me dijo; “Mira Arturo, tenés que aprender educación, cuando hacés una llamada telefónica lo primero que tenés que decir es quien habla, o sea presentarte, saludar, buen día, buenas tardes, y después de la presentación y el saludo decís con quién querés hablar”  Le pedí disculpas y a partir de ese día nunca más repetí esas brutalidades, yo la consideraba una segunda madre, ya que repetidas veces, (y siempre con razón) me daba alguna lección de educación básica y/o urbanismo, siempre tuve un gran respeto y cariño y hasta hoy la recuerdo.

Oriunda de la ciudad de Gral. Alvear provincia de Mendoza, muchas veces nos contaba historias de su tierra natal, a punto tal que hasta hoy siempre tuve ganas de conocer Mendoza, más las circunstancias no lo quisieron así.

Desde Villa Libertad, hasta Flores;

Mis viajes hasta la casa de Carlos eran una verdadera “Odisea” duraban aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos, salía de casa en José C. Paz 163 y caminaba hasta la estación Tropezón del ferrocarril Urquiza, cruzaba las vías y tenía la parada del colectivo 266, el colectivo tenía poca frecuencia de viajes y aparecía cada 20 o 30 minutos, eran de color verde, después de subir me acomodaba en algún asiento de ventanilla y me disponía a transcurrir pacientemente las casi dos horas del viaje, eran ruidosos, parecía que iban a desmantelarse cada vez que agarraban un empedrado, entre los chirridos de las ventanillas y los barullos de la carrocería para conversar había que subir la voz para superar los ruidos que envolvían a los pasajeros.

Cuando era noche, para volver a casa era “impensable” volver en el colectivo 266, algunas veces Carlos me llevaba en el auto del padre o me acercaba a alguna estación del Subte de la línea que iba desde el centro, estación Leandro N. Alem hasta la estación terminal, Federico Lacroce, también llamada Chacarita porque está frente al Cementerio del mismo nombre.

Ayuda de Don Carlos;

Cuando llegaba el verano observé que muchos colegas de la Facultad iban de vacaciones a los balnearios de la costa, en la mayoría de los casos con pocos recursos, ahí se me ocurrió una idea; hacer un “Albergue Universitario” fui hasta Villa Gessell busqué en las inmobiliarias una casa grande, con varios dormitorios, conseguí una casa cerca del Centro que tenía 8 camas, la alquilé y me preparé para el próximo verano.

Precisaba “Equipar” la casa, tenía que comprar Sábanas para las camas, Utensilios de cocina para equiparla, etc. También precisaba iniciar una propaganda sobre el albergue para conseguir “Clientes”, así fue que confeccioné unos carteles anunciando el albergue con precios bajos y con orientación exclusiva para universitarios, colocándolos en las paredes de los corredores.

Para comprar lo necesario comencé a buscar precios y observé que en general eran altos, así que se me ocurrió pedir ayuda a Don Carlos para ver si podía comprar en los proveedores donde él compraba para el albergue de la calle Florida, sin reparos Don Carlos me dio las direcciones de los mayoristas donde compraba las ropas de cama y los utensilios de cocina, me acuerdo que compré unas sábanas de color “verde claro”, mantel, y unas ollas, sartén y cubiertos para la cocina.

Saber cómo fue el resultado de aquella “Aventura” del “Albergue Universitario” va a ser parte de otra historia…

Cristina y su Atelier;

Carlos tenía una hermana mayor que él, se llamaba Cristina y en esa época estaba cursando en la facultad de Bellas Artes, un día yo estaba durmiendo una siesta en el atelier que estaba en el ático de la casa, cuando desperté Cristina estaba bosquejando en una hoja grande de papel, registrando mi dormidera.

No recuerdo como era el Atelier de Cristina, más lo que si recuerdo es aquel olor penetrante de las tintas al óleo, a medida que se subía por las escaleras hacia el ático podía sentirse aquel olor característico, que te impregnaba, solo después de un tiempo en el lugar, uno conseguía adaptarse al olor y poder pensar en otras cosas.

Cristina precisaba de privacidad cuando trabajaba en su Atelier y te lo hacía notar si estabas presente.

Tenía una colega de estudios llamada Norma FOTTI pero le decían “Oma”, había veces que trabajaban juntas, en aquella época yo hacía señaladores de página para libros y posavasos, eran de cobre, y con diferentes motivos, tipo “Egipcios, carrera armamentista de hombre primitivo, temas gauchescos, etc.,” Yo también hacia tallas en madera, eran por lo general piezas pequeñas, y algunas caras talladas en hojas de palmera, pero “nunca” incursioné en la pintura, no me sentía con capacidad creativa para la pintura, tal vez porque la pintura acontecía en dos Dimensiones, y el volumen de la escultura en tres.

Una vez Oma me dijo que yo era un “Ladrón del arte” en cierto modo tenía razón, yo tenía la habilidad para trabajar la madera, o el metal mas siempre “copiando” nunca creando algo diferente, tal vez por causa de mis “Preferencias Estéticas”, ya que desde mi visión de las cosas, la Perfección estaba relacionada al “Equilibrio Estético” y a la “Simetría” el “Desequilibrio” lo asociaba al “Caos”, de hecho en mi adolescencia percibí que tenía una “Asimetría” en los Maxilares, el derecho era más prominente que el maxilar izquierdo, muscular y tal vez óseamente, eso me atormentaba y cuando tenía que sacarme fotos siempre elegía el lado derecho que a mi modo de ver me “Favorecía”.

Los amigos del barrio;

El negro Chirino, el Yeti, Jorge Bibiloni, Rodolfo Debonis, el “Piqui” Peralta, y algún otro que no recuerdo.

Rodolfo y el “Piqui” y yo, no vivíamos en el barrio, yo era el único que vivía fuera de la capital.

Cada uno de ellos tenía su característica personal, algunos se destacaban como el “Piqui” que era petiso y cargaba con ese trauma, principalmente cuando íbamos a bailar y no podía “sacar” a las minas más altas.

Vecinos Ilustres;

El gallego, un viejo que vivía en la misma cuadra, a pocos metros de la casa de Carlos.

Este verdadero personaje era Inventor, en aquella época estaba desarrollando un control remoto para la TV, conseguía cambiar de canal con el ruido de una Palmada, a cada palmada la TV cambiaba de canal siempre en sentido ascendente, él decía que con tiempo iría a lograr remplazar la palmada por un “Pip” emitido por algún aparato.

Don Torres;

En la Avenida del Trabajo a dos cuadras estaba la lechería del Sr. Torres, allí se vendía leche suelta o envasada en botellas de vidrio, además tenía dos o tres mesas por si querías tomar algo, un vaso de leche, o de chocolatada, que podías acompañar con medialunas o churros.

Entre nosotros teníamos un dicho; “Cinco por ocho cuarenta, te espero en lo de “Don Torres”.

Aquellas reuniones de estudio;

Como ya dije las reuniones generalmente comenzaban por la tarde, y se extendían hasta después de la medianoche, claro que después de las 22:00 Hs. Empezaban a aparecer los amigos que no venían a estudiar, era charla, y también se jugaba a las cartas, más precisamente al Truco, yo no participaba porque nunca entendí el juego del truco, pero lo que si aprendí fueron las cantadas como; “Por el rio Paraná venia navegando un Piojo, con un hachazo en el ojo, y una Flor en el ojal”

La Pensión de mi padre, por ser “Mutilado de Guerra”;

La cocina de la casa de Membrillar 866 tenía una puerta que daba a una calle llamada, Pasaje Juan José Naón, un día, por la mañana escuchamos el silbato del afilador que pasaba con una especie de bicicleta modificada en la cual había una piedra de esmeril giratoria que funcionaba de la siguiente forma; el tipo colocaba la bici en una base fija y transfería la cadena de impulsión al eje de la amoladora, permitiendo de este modo que la piedra de afilar girase, así conseguía afilar cuchillos, tijeras, etc.

Ese día la doña Lica, la madre de Carlos le había encargado que cuando pasase el afilador le hiciera afilar unos utensilios de cocina.

Salimos con Carlos al pasaje y paramos al afilador y le entregamos los utensilios.

Este señor era nacido en España y Carlos le dijo que yo también era español, allí comenzó aquel diálogo con el afilador intercambiando preguntas, diciendo en cual año había llegado a la Argentina, etc.

En una parte de la charla, el tipo me preguntó si mi padre había participado de la Guerra Civil española que ocurrió desde el 1.936 al 1.939 entre Republicanos y Nacionalistas, fueron dos años y ocho meses, aproximadamente.

Este señor del cual no recuerdo el nombre, me dijo que era Republicano, y yo le dije que mi padre estaba del lado de Francisco Franco, y que tenía la mano izquierda lesionada, le faltaba el dedo medio, que había sido extirpado por causa de un proyectil de fusil que le había destrozado el metacarpo, sin ánimo de discutir, me preguntó si mi padre recibía alguna pensión de España por la mutilación de la mano, le respondí que no recibía nada, así fue que el afilador me recomendó que mi padre fuese al Consulado de España para iniciar los trámites para recibir la pensión que le correspondía por la mutilación de la mano.

Obviamente, cuando volví a casa, les conté a mis padres el asunto de la pensión por ser mutilado de guerra, mi padre no dudó y fue al Consulado en donde le dijeron que SI le correspondía tal pensión.

Le dieron una fecha para hacerle un examen médico para evaluar el daño sufrido en la mano durante la guerra. El resultado de la evaluación fue positivo, y le otorgaron el título de; Caballero Mutilado de Guerra por la Patria.

Mi padre iba al consulado todos los meses para dar la “Fe de vida” que no era otra cosa que demostrar que seguía vivo, para recibir la pensión, nunca vi a don Arturo tan feliz, es que ir al Consulado significaba encontrarse con compatriotas españoles, teniendo así la oportunidad de conversar tanto de la guerra, como de la vida que llevaban, siempre conocía a algún excombatiente nuevo, a veces iban a almorzar en grupo a algún restaurant del centro, después llegaba feliz a casa y nos contaba con quienes había conversado, eran épocas brillantes, la vida de mis padres en poco tiempo mejoró bastante, al tener cierta independencia financiera, inclusive ayudando financieramente a todos los hijos.

Conclusión;

Puedo terminar diciendo que aquella etapa de mi vida frecuentando la casa de Carlos, fue para mí y mi familia fundamental y de gran ayuda y principalmente de crecimiento socio-económico.

Y en lo referido a mi persona; iniciar la primera experiencia comercial al desarrollar aquella aventura del “Albergue Universitario” que no dio lucros, más dejó una importantísima “Experiencia de Vida” que se sumó a mi “Patrimonio Cultural”.

Puedo afirmar que sin haber pasado esa etapa de mi vida, hoy no sería el mismo que soy, aprendí muchas cosas, y la familia QUINTANA estaría en otro rumbo, en una realidad diferente.

Hoy las recuerdo y valoro como nunca antes lo hice,

Gracias familia Críscola, Muchas Gracias !!!

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  • Autor: Arturo QUINTANA (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de agosto de 2023 a las 16:47
  • Comentario del autor sobre el poema: Esta Prosa trae del pasado, las Memorias de la época de Estudiante, que curiosamente se fueron Interligando a hechos que ocurrieron paralelamente dándole a estas Memorias, unas ramificaciones que con un todo enriquecen el Total de la historia.
  • Categoría: Amistad
  • Lecturas: 9
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Comentarios +

Comentarios1

  • MISHA lg

    bellas remembranzas de una vida disfrutada poeta gracias por compartir

    besos besos
    MISHA
    lg



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