Recuerda aquel día en que bebiste del elixir de sus labios, luego lo destruiste y lo hiciste pedazos. Era lo que te tocaba en esa guerra sin sentido: eras tú o él, y él te eligió a ti.
Uno tras otro, fuiste acabando con cualquiera que se te oponía, pero la herida de tu primer enfrentamiento no cerraba, y lloraba tu alma angustiada.
A pesar de haber asesinado a muchos hombres, no había nadie que acabara con tu vida. Te sentiste la peor mujer de la tierra, anhelando venganza. Caminaste por el campo de batalla buscando alguien que opacara tu dolor, alguien con quien el vacío infinito de tu alma pudiera cesar. Para tu sorpresa, encontraste algo aterrador: el rastro de aquel que un día te apuñaló el corazón. Alrededor, muchas doncellas yacían tiradas.
Tu corazón comenzó a palpitar de emoción, y te pusiste en guardia. Pero ya era tarde, tu corazón había sido destrozado otra vez. Caíste al suelo y veías como tu fin se acercaba, pero una voz conocida te detuvo: "Tranquila, no vas a morir, nadie lo hace. En esta guerra lo único que no se derrama es sangre."
Respiras agitada y confundida porque aquella voz era la del chico que habías matado. Para tu suerte, no obtienes tu venganza, sino que todo el daño que causaste vuelve a ti para decirte: "Levántate. Así es el amor. A veces te destroza y otras te cura."
Te levantas y ves que ya no tienes ninguna herida, y aquel chico desaparece para siempre, acabando con la guerra de tu alma. Pero lo buscas desesperada por todos lados, y ahora lo único que quieres es estar con él, pero es demasiado tarde.
- Autor: yeinerdfonseca ( Offline)
- Publicado: 26 de agosto de 2023 a las 09:43
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 4
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