Me gusta soñar
que la luz baña mis adentros.
En la calma del vencejo
mi corazón se airea con su batir,
mis entrañas respiran...
Aire limpio en su latir...
La costa iluminada,
África en mis adentros,
la siento...
Mis antecesores me acompañan.
La sencillez mata a la mente
y solo soy brisa.
Bendita, Tarifa,
y las aves que surcan
el estrecho de mi pecho.
Es un puente a ser.
Algún día me perderé
entre sus mares
e iré a donde ellas van,
a donde nací
hace millones de años.
Siempre soy el que nunca estuvo,
pero al que todos recuerdan.
Quizá porque contemplé vuestros dones
y creé un clima en vuestro presente.
Me alegré
en vuestros corazones,
aunque mis talentos ocultos.
Y, aunque me duele,
sé que no era mi momento.
Entonces...
feliz me siento
de escribir esto.
En el poeta del corazón sagrado
mi vida se consagra...
Y puedo ser el Dios
que me quita la culpa
de querer mostrarme admirado...
cuando eso sin buscarlo
bendito es.
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