**~Novela Corta - La Piedra en el Río~**

Zoraya M. Rodríguez

Una joven hermosa como la rosa se fue a andar sola a orillas de la piedra en el río. Era una joven bella y muy hermosa como la flor de rosa. Su juventud se eleva en hermosura innata por  la belleza en ese río, sí, en la piedra del río. La jovenzuela que no pierde tiempo en refrescar su cuerpo en las aguas dulces del río, es tan hermosa como la paz que lleva en su corazón. Y el destino que se aferra a la mala situación para con la jovencita. Y la joven amando a la naturaleza y más que eso a su propio instinto de un corazón en que desea amar y saber del verdadero amor. Ésta jovencita tiene un hermano, el cual, es un clandestino y bueno mercenario en que desea que políticamente pueda salvar a su pueblo de la tiranía de un sólo mercenario que posee al pueblo en subordinación con súbditos que le persiguen a pie y a sombra. Y el hermano de ésta jovencita sólo desea ver y saber que su pueblo se libere y que pueda el pueblo ser feliz. Un día caminando por la piedra en el río, sí, en el río más hermoso de todos los tiempos se vio la jovencita y se retiró del río y caminó senda abajo subiendo por el umbral, pero, tomó un camino indebido. Y se acerca el mercenario malo a ésta jovencita, pues, en el ocaso y en el río de agua dulce se venía ver lo peor para la jovencita. Porque cuando llega el ocaso vivo se aferró al destino y más a la fuerza de ese río que baja por el cauce sin llegar a desbordar. Y la jovencita quedó como delirio destrozando el camino frío y el viento álgido se ve venir el mal en camisas de sudores extraños. Cuando en el trance de la verdad se vio friolera la mala situación con ésta bella jovencita en que sólo sus primaveras florecen como un capullo de rosa muy hermoso. Y ésta linda muchacha no tenía nada que soltar rienda suelta a las malas acciones de algunos, pero, un mercenario la persigue bajo la sombra, bajo el mal, bajo el imperio, bajo el ocaso frío, y bajo el hermoso río como la misma verdad. Y quedó la jovencita con el mal de las acciones de un mercenario cuando la persigue, si la jovencita toma un atajo para llegar más temprano a su hogar, pero, el mercenario irrumpe en un cruel y mal destino el camino de la jovencita. Y la jovencita sin saber ni sospechar de nada, la persigue a pie y a sombra, queriendo con la jovencita todo. Y todo fue que éste mal hombre la persigue por el acantilado, por el rumbo incierto, queriendo con la muchachita lo más imposible de tener: una noche con la jovencita. Y se fue la jovencita del río marcando sus pasos por la senda abajo y por el umbral que ya había caminado. El cielo en un ocaso de flavo color, de un color anaranjado, se tornó exasperante, pero, muy silencioso. Si Dios camina con ella dejando la luz en su camino, pero, ella falló en algo que tomó un atajo desconocido. Y, allí, el mercenario frío y malo como un tirano del pueblo, quiso lo que nunca estar con la muchachita. El encuentro no se dio aún cuando el mercenario en el alma de ésta muchachita se enfrió la luz como el ocaso hacia una noche fría, cuando en el tiempo detuvo al reloj, el ocaso se marchó y con el sol, dejando una noche fría en el pueblo en la piedra en el río. Cuando la jovencita caminó senda abajo y subió umbral, el atajo indebido no le otorgó el camino correcto, cuando en el alma de la jovencita caminó en vano y el mercenario aún persiguiendo si ella decidió cruzar mejor la piedra en el río. Y no quiso ser más la dulce jovencita cuando su mente voló hacia lo inexplicable y lo que quería era llegar a su hogar junto a su hermano el súbdito de ése cruel mercenario. Y ese mercenario sólo quiso ser como la fuerza aún en el candente deseo de estrujar a la jovencita entre sus brazos. Y no otorgó más la conmísera vida cuando en el trance de la verdad la joven es pureza innata y hermana del buen mercenario que sólo quiere la buena voluntad para su pueblo y más para su gente en la piedra en el río. La jovencita aún camina sin sospechar que ése hombre la persigue y la persigue por el camino y por el rumbo incierto sólo observando una oportunidad con la muchachita. Y la jovencita buena moza y tan hermosa como la rosa y ella camina senda y umbral abajo. Y cruzando la piedra en el río,la joven se topó con el mercenario y el mercenario la arropó con su cuerpo contra la pared. Y buscando algo con ella, la jovencita pícara y jovial se le escabulle por debajo del brazo. Y le dice que no, aún no, pero, el mercenario aún quiere todo con la jovencita y hermana del buen mercenario que sólo quiere la libertad de su pueblo del mando y tiranía de ése mercenario malo. Cuando en el trance de la verdad la joven se aferró al deseo y al mal comienzo de creer que perderá hasta el alma en esa mala situación con el mercenario malvado. Y en ese mismo instante llega su hermano a la piedra en el río, y le expresa al mercenario malo  ̈voy a la hacienda del café a trabajar allá, espérame allí ̈. El mercenario malvado quedó con el rabo entre las patas por no conseguir lo que más deseó. El hermano de la jovencita la tomó por el brazo y la acompañó a su hogar. La suerte sólo es por el azar, y ésta vez y quizás en la segunda oportunidad no sea igual con la misma suerte. Y, tanto la jovencita y el hermano cruzan la piedra en el río, y el río caudaloso, templado y con sus aguas dulces y sosegadas. Y el joven se vio indeleblemente real, como la pura verdad de que su hermana está en la mente de ése cruel mercenario en que sólo desea matar a los que traicionan sus decisiones. Cuando en el embate de jugar un juego el fuego está calmado y apagado aún en la hoguera. Y se fue de rumbo incierto el hermano de la jovencita, cuando en el percance frívolo se siente como el dolor y le advierte a su hermana que con ese hombre no. Y que no la quiere ver cerca de ése mal hombre que tiene al pueblo como súbditos. La hermana le hace caso, pero, ella es muy jovial y muy alegre sin medir medidas con los hombres. Cuando en el altercado frío se siente y se percibe como el débil trance de la forma más vehemente en caer entre los brazos de ése mal hombre y tan mercenario. La jovencita quedó pensando, que no era tan mala la decisión porque en verdad que era un hombre muy guapo en belleza y carácter, pero, el hermano se lo advierte de no caer bajo las sombras perdidas y entre los brazos de ése hombre que era malo y mercenario. Mientras que el hermano de la jovencita va en busca de poder en laborar para la hacienda de café, el azúcar y el arroz de ese cruel mercenario que tiene al pueblo con tiranía. La paz no calma el desenfreno total y la pasión carnal y tan vehemente que posee el hermano de la joven en terminar con la tiranía de poder política hacia su pueblo. Era él o ellos. Ni más ni menos. Y fue para la hacienda a laborar como súbdito al igual que otros campesinos. Y se miró en el espejo de la tiranía y cayó en trance y en un vil jaque de la tiranía de éste cruel mercenario. Cuando en el afán de vanagloria y de una victoria casi indeleble se enfrió el trance de proseguir por la piedra en el río. Y se vio el buen mercenario intransigente con la fría verdad y con un ojo abierto y otro cerrado, desconfía fuertemente del mercenario malvado. Y como un buen campesino se dispone a laborar con los costales de arroz y de café y de azúcar. Mientras que va observando el frío inerte de entrever en la razón una fuerza indebida de creer que el malo mercenario se trama algo. Y el hermano de la jovencita lo va observando cuando dicta el mercenario malvado de cómo realizar el trabajo con los costales de la producción. El campesino y buen mercenario no desea lo malo para el pueblo, pero, en realidad, ya está cansado de la tiranía que posee éste mercenario malo para con su pueblo. Cuando en el afán de creer en el embate se forjó un mal trance deliberando en el alma ciega, pero, sostenida como en la caricia de un buen Dios. Y se formó lo que se formó un enjambre de trabajadores en las afueras de la hacienda de café, arroz y azúcar de éste mercenario malo para con el pueblo. Y huyó el hermano de la jovencita de la hacienda entre la muchedumbre que se dispone en hacer la huelga. Y de camino en la piedra en el río, se vio forzado a hablar con un trabajador y éste le dice que harán revolución allá en la piedra en el río, para poder escapar del mando y del mercenario malo. Y que se están uniendo más trabajadores para poder escapar por la piedra en el río. Cuando el hermano de la jovenzuela llega al hogar de ambos, ésta le pregunta acerca de su trabajo, y él lo que le dice es que los trabajadores han echado guante sobre el mercenario malo con un talión mal indebido, pero, que para él, será frustrado o un débil fracaso. No quiso más que obtener del tiempo un tiempo casi perdido cuando en la hacienda se le cierra el círculo, el poder y la fuerza en debilidades inocuas. Cuando en la debilidad de poder se siente el hermano de la joven casi impotente, sudoroso como siempre, y muy cobarde ante la posibilidad de quedar sin trabajo. Y siendo un hombre de paz, se acercó al delirio delirante de creer que escapar por la piedra en el río, no es de valientes sino de cobardes que no desean libertar a su propio pueblo de la esclavitud. Y el joven inerte en su afán de creer en el delirio frío de saber que en el pecado frío se aterra desconciertamente al fracaso o frustración de una salida sin salida. Y por la piedra en el río, era la única salida o alternativa para poder escapar de esos malditos. Si el río llega al mar, era la única salida, sí, por la piedra en el río. Y el joven y hermano de la jovenzuela, sin querer escapar ni ser revolucionario de una era casi sin precedente se vio mortífero y desleal a ese camino que los demás escogen para escapar de la tiranía, soberbia, poder e incluso de la fuerza en poder sin libertar al pueblo. 

 

Ya es de mañana, y amaneció todo en calma, el mercenario malvado arregló todo con aumentar el salario a esos trabajadores y que habrán más beneficios para ellos. Mientras que la jovencita sale a cruzar a la piedra en el río, para tomar varias cosechas de los alrededores del río. La jovencita bella, jovial y con un deleite sobrenatural de su decente vida hace delirar a cualquiera hasta al más malo de los mercenarios. Y la jovencita que es bella como la más hermosa rosa, se deleita como la más furia y de las más euforias atrapando la cosecha de los arbustos alrededor o aledaños a la piedra en el río. Y el río caudaloso, templado y sosegado y en calma se debate en un entrar y salir del río con cosechas en mano. Mientras que el mercenario malo la va observando en esa tarde de fresca juventud. Y, ella, aún sin percatarse mueve cielo y tierra entre los frutales del río para poder alimentarse ella, a niños, y a su hermano. Cuando en el delirio sosegado de un espanto seguro, le calló el mercenario cerca de la jovencita en la piedra en el río. Y ésta vez sí que no pudo escapar ni ser salvada por nadie. El hombre o el cruel mercenario la tomó de los brazos tirando su cuerpo en el suelo, como si ella fuera un costal de su hacienda, pero, no, no, era ella la jovencita hermana del buen joven y que desea libertar al pueblo de la tiranía. Y el mercenario malo rasgó lo que se llama piel, vestidos, dignidad, pureza e integridad de mujer, realizando lo peor en la orilla de la piedra en el río. Y la violentó y con fuerza de hombre caprichoso desatando la furia y el poder sobre una mujer ya. La jovencita alegre y feliz, se convierte en una mujer triste, ya no era la misma, pero, sin embargo, su carisma con los niños prosiguió de igual manera. Y siendo cómplice la piedra en el río, el río no lloró el mal sucedido cuando el manantial de la cascada del río secó por un tiempo. Y la jovencita quedó maltrecha e indebidamente en soledad después de lo sucedido y pasa un lustro desde que ese mal hombre y mercenario cruel acabó con su alegría y con la suerte de la muchacha en una terrible desdicha. Si en el altercado frío y la confianza que se tenían tanto la jovencita con su hermano, éste sabía ya todo desde hacía tres años, pero, calló cobardemente la tiranía, el poder, la violencia, y el mal trato para con los campesinos y para con su hermana. Y continúo laborando en la hacienda del mercenario malo. Y aún los trabajadores contentos por la promesa cumplida de aumentar el salario se acostumbran. Hasta que llegó el momento de la verdad, el sanguinario mercenario les cierra otra vez el círculo, aumentó el salario y el trabajo también y eso no era agrado de los trabajadores trabajar para tan poco salario. Y los trabajadores de la hacienda y con el pueblo quieren realizar la revolución que marcará la huella y la trascendencia universal para poder libertar al pueblo de la tiranía, la fuerza del poder, y la esclavitud sin libertar al pueblo. Y el joven con dolor en su corazón, sólo pensó en lo peor: ser como uno de ellos sin mirar atrás. Y sólo mirando en el transcurso del tiempo si pasó un lustro de la violación de su hermana, de la tiranía de su pueblo, y que aún quedan como esclavos del mercenario malo. 

 

Mientras que la jovencita ya no era alegre como antes, ni igual su forma de ver la vida. Cada noche lloró encima de su almohada, y tejiendo sueños en su habitación quedó la jovencita sin destino, con la reputación manchada y su pureza en una sola desdicha. Y la integridad de la joven pasó a manos de la tristeza, de la conmísera pena y de una condena en el solo corazón si ya su alma no tenía paz ni tan siquiera la luz que le hacía brillar tanto y por todos los lugares cercanos a la piedra en el río. El río secó su cascada y su manantial, pero, continúan sus aguas dulces bajando hacia el estuario donde se une con el mar. Un río de agua fría y dulce, belleza natural, y de un reflejo en que sólo el alma se puede reflejar. La jovencita lloró mientras que su hermano la consuela y le dice que habrá revolución, otra vez. Y la jovencita incita a su hermano a pelear como todo valiente, y no como el que siempre ha sido un cobarde. Cuando en el embate de dar una sola solución, quedó como todo un buen mercenario y sin utilizar armas ni ser un revolucionario marcando la trascendencia autónoma de creer que la revolución salva las cabezas de unos cuantos. Cuando en el trance de la verdad y de la pureza innata de dar una sola señal, se electrizó la forma de observar el silencio como un arma letal a su poder. Si en el delirio delirante de creer en la forma de vengar a su pueblo, y a su hermana quedó en sentido cobarde para el joven. El imperio del cruel mercenario creció aún más, y tenía más súbditos en toda su región y en aledaña a la hacienda de café, arroz y azúcar. Porque cuando el joven va a laborar como campesino a la hacienda del malvado mercenario, chocan y cruzan miradas, una mirada con poder mientras que la mirada del joven una mirada con temor y pavor y de un horror en que sólo el deseo se convierte en un sólo mal trance de creer que nunca será libre. Y tomó varios costales los cortó con navaja e hizo de su trabajo uno grandioso para la economía y para la rica cosecha del pueblo, pero, aún su pueblo no era libre. El joven de apenas veinte y cinco años, un joven alto, delgado y muy bien ejercitado gracias a su trabajo, sólo colocó los costales en orden. 

 

Una noche en la hacienda cuando acaba de laborar como campesino, uno de los trabajadores lo oculta detrás de unos grandes costales de la hacienda y le dice que habrá revolución en la piedra en el río, que hay más oportunidades de vida y de supervivencia allá y no bajo el imperio del malvado mercenario. Y que si no viene a ayudar en la revolución que podían matarlo o que podía morir por hallar la libertad después de la piedra en el río, allá por donde desemboca el río en el mar. Y que todo estaba preparado para el día 3 de septiembre de 1948. Y el río secó y que era más posible la salida hacia el mar sosegado y templado. El joven quedó petrificado, estupefacto y anonadado, eso era lo que deseó él, pero, no, no, podía en ser un revolucionario malo, asesino y matador de gente cuando sólo se pelea y desea la libertad. Cuando en el afán de victoria no la tenía sino un eterno fracaso y una sola mala frustración que debía de tentar la suerte en camisas de sudores extraños. Y el joven se fue para su hogar con su hermana maltrecha y desdichada, y ya las gentes murmuran algo sobre la jovencita. Y en la piedra en el río ya se cuenta la leyenda que por cierto era sólo la impoluta verdad. Cuando en el deterioro eficaz del tormento se vio atraída la jovencita a un buen joven que sólo quería casarse con ella, sin saber de la vida de ella. Y ella, la jovencita hermana del joven y del buen mercenario, sólo piensa en su maltrecha vida y de su mala existencia desdichada. La paz y la alegría de la jovencita quedó en manos de la soledad cuando su tiempo sólo se dedicó en recoger la cosecha cerca de allí en la piedra en el río para abastecer la barriguita a los niños cercano al pueblo. Y la jovencita quedó a la deriva y sintiendo un sólo dolor desde su pecho quedó con una pena que la llevó a una condena muy dura. Y la jovencita soltó una lágrima que le cayó a la raíz de un árbol frutal allí en la piedra en el río y el río, otra vez, tuvo un manantial o una cascada como antes de secar el río. Cuando en el tiempo quedó como órbita lunar atrapando a la noche y más a las estrellas que alumbran el camino del jovencito. Y logró llegar a su hogar Y le expresa todo a su hermana, y le dice más, que le tiene miedo y era un temor pavoroso como ser un terrible cobarde y que lo perdonara por no hacer lo debido desde hace un lustro. Y el río echó cascada y manantial desbordante y se tornó peligroso el cauce. Y se vio intrépido, pero, sin fuerzas y con una cobardía que le corre entre las venas. Cuando en lo más directo y discreto en un secreto que se tornó un decreto, se vio entre la encrucijada el joven si ir o no a la revolución, él sabe que si no va que lo matarán en nombre del pueblo, y que si va sólo un milagro podía sustentar la fuerza indeleble de creer en la sola salvación. Y la muerte al caer en el tiempo y en la revolución sólo se pierde el desenfreno de un letal y mortífero mal trance en que el deseo se torna exasperante. Si a la verdad que los revolucionarios se juegan todo por el todo, hasta la vida teniendo en cuenta que la vida es una nada más. Y que el tiempo caduca y apremia como la revolución acecha con bifurcar poder, tiranía y obtener la libertad deseada. El mercenario malo los obliga a trabajar horas descendientes, con calor y bajo el sol, y con dolores y enfermedad deben de trabajar así. Ya está harta la vida de campesino y de la vida con el mercenario malvado de la hacienda de café, azúcar y arroz y con los costales que pesan más de ocho libras cada uno. Faltan tres meses para la revolución del 3 de septiembre de 1948, cuando en el embate de la vida se mida el trance directo cara con cara y en contra de los mercenarios y de la hacienda. Y se marcha el pueblo por la piedra en el río, pero, ésta vez hay cascada y manantial, y se hace más peligroso la salida hacia el río detrás de la piedra en el río. Todo el pueblo sabe de la sustracción de ese río, pero, sólo se desea la libertad. Y el joven mercenario, el buen mozo y jovenzuelo con la faena de trabajar más y más, y lograr sobrevivir hasta el 3 de septiembre de 1948, cuando se realice la gran revolución marcando el trayecto final y de creer en el embate de dar una sola salida, sí, por el río, detrás de la piedra en el río. Y socavando en la mente del pueblo quedó la magia universal de creer que la piedra en el río era la bendita e infinita libertad. Si en el trance de la verdad y el joven se aferró al delirio frío de creer en el combate de una terrible revolución en que puede terminar en muerte y más muerte. 

 

Y es otro día en la piedra en el río, y la jovencita recoge los frutos de la cosecha de los árboles frutales, mientras que su hermano continúa trabajando como campesino para el más temido de los mercenarios. Y el joven discreto con el secreto en decreto, no habla con nadie ni se sienta a hablar con los demás trabajadores y todos le siguen la táctica y la estrategia de laborar más y más, por el bien de la cosecha recolectada en costales de arroz, azúcar y café. Mientras que el joven tiene la técnica más agradable de los demás campesinos y el joven alegran al mercenario con su buen trabajo, pero, con la única estrategia de creer que la revolución va en pie. Y el joven con miedo y temor y pavor en ser o llegar a ser un revolucionario asesino y sangriento, lo cual, no desea ni quiere. Esa era la estrategia del joven, que tenía un miedo y un pavor cobarde en ser un revolucionario o un malvado mercenario. Y por la buena conducta de sus empleados el malvado mercenario logra infiltrar entre los empleados un puñado de empleados más y tan nuevos en la faena porque la conducta de éstos sin alterarse ni exigir ni realizar huelgas, ya se le ésta colmando la paciencia de iras, pero, de las buenas, y el malvado mercenario sabe que traman algo desde hace tiempo. Nadie quiere hablar ni entre sí ni entre compañeros de trabajo, la ley exige que se labore sin poder hablar y bajo el mismo sol que le acecha a la piedra en el río. Cuando en el tiempo y en el afán de la buena conducta no se tragó el mercenario malo ni una de las espinitas en el corazón. Y se debe a que próximamente llega el 3 de septiembre de 1948, la revolución más merecedora de una buena libertad y de exigir justicia y hacer vengar tanta incriminación por parte de la hacienda y del mercenario malo. Porque cuando se exige algo, se promete y se cumple, y así era lo quería el pueblo. Y, más que eso, la revolución era por la década de trabajos forzosos bajo el sol, bajo el poder y la tiranía de poder del mercenario malo. Porque cuando en el alma del joven y del buen mercenario quiso irrumpir en un silencio total laborando con los costales de la recolecta y no era callar la revolución sino que su cobarde corazón atemoriza de un espanto seguro como el haber podido perder la valentía en camisas de sudores extraños. Y, sí, que era el joven tan cobarde como lo era el mercenario valiente. Y quedó como el dolor o como el trance perfecto de creer en la mala revolución de caer en redención cuando en el alma del joven se vio triste, apacible y con pavor y temiendo lo peor quedó el joven soñando en su habitación con poder libertar a su pueblo de la tiranía y el poder de ése mercenario como si fuera tan valiente y como el mismo mercenario malo. Y quedó frío y desorbitado, incoherente, lleno de pavor y de miedo y con un sudor extraño que le corre en el cuerpo desde que se acerca el 3 de septiembre de 1948. La camisa del joven llena de sudor extraño, sólo se debe a que el sudor era por el miedo, o por la pena que embarga el recelo de su pobre existir. Y el joven atemorizado de un espanto nocturno desde su habitación creyó en ser un superhéroe de la vida real, pero, quedó atrapado entre los escollos del miedo y del temor incierto que le corroe dentro de su camisa con un sudor extraño. Y no era fiebre sino una cobardía y un temor de él desde su interior que sabe que algo pasará allá en la piedra en el río. Si cuando llegó el joven y el desafío frío se sintió cobardemente, pero, mal inocuo y sin daño alguno quiso enfrentar a la vida, al poder y a la tiranía de poder. Porque cuando en el recelo de la vida y de la cruel existencia, se debate en un combate la ira, el pecado, la vindicta y la cruel venganza. Cuando en el trance imperfecto de creer en la forma más inadecuada, pero, eficaz sólo subrayó el nombre de la revolución con una raya, la cual, petrifica el final como siendo cruz y raya a una cruel revolución que dicta el mercenario malo hacia un pueblo destrozando la libertad con un poder y con una sola tiranía. 

 

Si la jovencita mira a su alrededor y forja el dolor de su cruel y terrible violación, como una que en verdad se mira desde lo más profundo de un sólo todo. Y su desdicha vida quedó como una terrible leyenda en la piedra en el río, la cual, todas y muchas jovencitas ya es de su saber. Y es enseñanza para los niñas más arraigadas y más vulnerables para una triste violación. Y la jovencita prosigue como mentora y como una maestra para esas niñas que saben de la leyenda que se llama ¨la leyenda en la piedra en el río¨. Y mientras tanto el joven en la hacienda echando costales de la recolecta del día de ayer por la buena cosecha del buen tiempo que existe, mientras que la gente en el pueblo pasa hambre y necesidad por la soberbia y tiranía de poder del mercenario malo sólo quiere todo para exportar del pueblo y ser más rico que nadie y sin ayudar a los menos necesitados en el pueblo. Y el joven en la hacienda callado y en un silencio tenebroso, pero, no era por valiente sino por cobarde. Un ser muy cobarde no puede ni debe enfrentar la vida conmísera de un espanto, en la cual, se adhiere el tormento en los ojos crueles por una vindicta, por una tiranía o por un super poder. Y es el 3 de septiembre de 1948, la gran revolución, el gran día, si serán libres con una libertad suprema o serán esclavos para toda una vida. Y así fue que el deseo y la suerte caen en el mismo lugar: en la piedra en el río. 

 

Y transcurrió todo así, mientras tanto. Y el joven sucumbió en un delirio delirante de creer en el mal percance en dar una conmísera y mala atracción de creer en el combate de esa mala revolución que le dejará la libertad si se aferran a su propio instinto de esclavos queriendo destronar la esclavitud con una sola libertad. Y el joven con los costales fuertes cada día más era más guapo y corpulento, sabiendo que su fuerza cae en redención y que sus fuerzas sólo eran por cobardía, y por no querer enfrentar al revolucionario o mercenario más malo de la historia del pueblo y de la piedra en el río. Cuando en el ocaso se vio la señal de ese sol clandestino, y fugaz como el calor en sudores extraños. Y el joven se siente compasivo, muerto de miedo y de un temor irremediablemente intransigente. Y logró llegar el día 3 de septiembre de 1948, cuando en un tiempo con la soledad un compañero le habla al joven solitario y muy callado como siempre y le pregunta al joven que decide hablar por fin sin temor alguno y con la valiente osadía de creer y todo porque había llegado el 3 de septiembre de 1948…y a éste le pregunta e indaga…                                                                                              



-“¿Cómo estás campesino...?”-

 

-“Yo muy bien y usted…”-

 

-“Aquí con la faena encima…”-

 

Jacinto, se dispone a enfriar las sopas con que se alimenta en el almuerzo.

 

-“Hay revolución allá en el campo cerca de la piedra del río en el cauce más peligroso, lo sabía…”-

 

-“Sí, y sé más…”-

 

-“¿Qué?”-

 

-“Que nos fusilaran a todos sino hacemos los que ellos dicten…”-

 

-“¿Cómo poder escapar de estos malditos…?”-

 

-“No sé, Jacinto, no sé…”-

 

Cada uno se dispone a laborar entre la caña de azúcar, el arroz y el café. En la hacienda que es propiedad del mercenario en complicidad de la revolución y Jacinto sin saber.

 

-“Hay movimiento en la piedra del río…”-

 

-“Vamos todos para allá, oiga, Jacinto, usted se ha puesto corpulento, quizás lo necesite allá, esté pendiente…”-

 

Jacinto lleno de sudor o nervios que se apoderan de él. No sabe qué hacer. Si suicidarse antes que lo fusilen, o proseguir y poder escapar de los revolucionarios. Había dos caminos y un hombre que estaba dispuesto a vivir, pero, para qué vivir con la conciencia sucia. Decide no vengar el honor de su hermana, la esclavitud de su pueblo y la condena que él lleva en su interior. No sabe qué hacer. Y oye una voz...

 

-“Jacinto, te necesito allá en la piedra del río, vamos a fusilar unos cuantos traidores…”-

 

-“Pero, yo, yo, yo, no puedo señor…”-

 

-“Por qué no…”-

 

-“Si vienes conmigo es que tienes ganas de ganar y si no vienes tienes ganas de perder y de no salir nunca de aquí, en la piedra del río esta la libertad, la gracia de vivir en paz, de condenar esta esclavitud…”-

 

Y Jacinto piensa…

 

-“Pero, matar no señor, no soy revolucionario, soy un hombre de paz…”-

 

-“Yá, dije, que no hay salida, no hay escape, son ellos o somos nosotros, al mando de todo o nos pudriremos en nuestra propia mierda…”-     

 

-“Está bien, iré con ustedes, pero, descargan mi calibre, no quiero disparar a nadie…”-

 

-“Así, es muchacho… el honor, la guerra, la virtud forman parte de nuestro arranque en ver más allá, una libertad que con el poder y la fuerza se logra aquí…”-

 

En la piedra en el río…

 

-“Vamos, todos los traidores aquí, ah, querían escapar por la piedra del río…”-

 

Jacinto observa todo desde una perspectiva asombrosa…

 

-“Señor, queríamos tener la libertad, aquí morimos de hambre…”-

 

-“Sí, y dejarnos a nosotros todo lo malo aquí, y ustedes qué…”-

 

Y suena un disparo, mata al muchacho de un disparo, tan sanguinario, tan incapaz, tan insolente, tan injusto, tan real como la verdad, tan hiriente como el sol al mediodía, tan desolado quedó el río, que el mutismo se avecinó un momento, el río calló lo que había que decir, lo que el cielo vió, y un desastre de los que no se veía desde hace mucho tiempo. ¿Dónde está Dios, para permitir esto?, ¿dónde estaba la justicia, la verdad, la libertad, y sin vindicta y sin rencores murió, sin más que el dolor, el sufrimiento, el miedo y el temor a ser muerto en el acto…? Y el río bravío se llevó el cuerpo… un cuerpo devastado por un disparo, por una herida, por una venganza a no ser libre como el sol, como el cielo, como el ave, como el destino, como el mar y como la lluvia… Y Jacinto, muerto de miedo, en una esquina, observando todo desde un punto de vista inseguro, incapaz, impotente, sin resistir a la idea de ver el cielo más llover, de ver la vida correr como corre un niño por el camino, de sentir las caricias de una esposa que sabe amar, de sentir el silencio por una paz al dar un beso, de escuchar el deseo de embriagar la vida con dulces encantos, de ver el sol todos los días sin temor, sin miedos, sin falacias, ni marfuz, sin mentiras, sin embuste, de ver la vida amar, de ver el ave volar, y sobretodo de amar lo que se quiere amar…

 

-“Jacinto, ven acá… te llamo para que seas tú, el próximo…”-

 

-“El próximo qué…”-

 

-“El que vá a morir…”-

 

-“Pero, por, por, porqué…”-

 

Lleno de temor, de ansiedades, de un imperceptible instante, suda con el sol en la piel, como un tiempo en que se debate la espera de vivir o morir…

 

-“Porque te oí decir “cómo poder escapar de estos malditos”, a un súbdito se lo dijiste…, aquí no se me escapa nadie, soy el señor, soy el que da las órdenes aquí, y el que pide lo quiere aquí…”-

 

-“Yo, yo, yo…”-

 

Un disparo sonó, no era el del señor, ni de las influencias del señor…era el de Jacinto, con tanta fuerza en el alma, con tanto poder, con tanta ira, que se debatió entre el deseo y la furia, de querer él ser el dueño de todo y poder libertar a su pueblo de la horrible pesadumbre que estaba lidiando entre la verdad y la mentira...mató al señor, se convirtió en revolucionario, vengó el honor de su patria, vengó el honor de su hermana, vengó la libertad, vengó la dictadura, vengó la revolución y fue un asesino de una revolución, no hubo perdón, no hubo condonar, no hubo percepción, no hubo silencio, sólo un disparo que cosechó ira, poder y fuerza, y más aún la ¡libertad…!.

 

Y fue una libertad añorada, esperada y soñada. Y fue el 3 de septiembre de 1948. Sí, Jacinto, aquél joven con miedo y temor y que era un sólo cobarde, se vio frío y temeroso, con las venas frías dentro del cuerpo y más de la piel. Y, Jacinto, hizo lo que debió de haber hecho desde hacía tiempo, desde que ése mercenario malvado violó y deshonró a su hermana en la piedra en el río, sí, en ese mismo río que hoy día del 3 de septiembre de 1948, hace historia, una historia sin precedente cuando con la ansiedad quedó como ese sol que lo mira y que lo observa. Si en el trance de la verdad quedó como un gran revolucionario y más que eso tomó el lugar de mercenario en la hacienda de café, arroz y azúcar. Cuando en el altercado frío fue él el gran mercenario, y como todo héroe quiso debatir entre el poder y la tiranía dejando a un lado para que naciera la paz, la esperanza y más que eso la libertad más añorada de un pueblo. Y la jovencita hermana de Jacinto le agradeció por su valentía y más por el poder que el pueblo en la piedra en el río le otorga a Jacinto para liderar junto con un buen poder sin tiranía ni ser revolucionario o mercenario del mal. Y sin acogerse de un espanto seguro se vio tornada la espera inesperada de creer en la revolución y más en ser un mercenario desatando la furia en una sola paz y era su pueblo. Y Jacinto quedó con la fría verdad de que el rumbo era incierto como el gran porvenir cuando se enfrentó al poder sin tiranía. 

 

Y llegó un enemigo para Jacinto y era una hacienda próspera en el área aledaña de la hacienda donde era dueño Jacinto el gran líder de la hacienda de la recolecta de café, azúcar y arroz. Y dejó a los costales de la recolecta a un lado, cuando en el trance de la vida se encerró en un cometido de competencia con su enemigo, el de la hacienda aledaña a su hacienda. Muchos trabajadores y campesinos emigran hacia la hacienda y el éxodo es lo peor para Jacinto. Cuando ese enemigo juró hacer pagar con creces a Jacinto por haber matado al único mercenario malvado de la historia del pueblo. Y fue allí en la piedra en el río, cuando Jacinto se armó de valentía disparando con calibre al mercenario más malo y diestro del pueblo con la única tiranía de creer que la esclavitud era la fuerza para estar presente con liderazgo por un pueblo que sabe lo que desea, más libertad. El enemigo de Jacinto sólo vio el sol en la piedra en el río, y quiso ser como todo mercenario, y se dijo para sí, -̈si se libra de uno, pero, no se escapa del otro ̈-. Un nuevo mercenario frío se dispuso ante los juegos de robar trabajadores o campesinos con más beneficios para el pueblo. Y sólo quiso el mercenario vengar la vida de aquél que dejó un legado que  ̈si lo matan que maten al pueblo ̈. Y eran mercenarios y revolucionarios y tan malvados como el mismo diablo o demonio Luzbel. Y eran revolucionarios y por el éxodo de campesinos hacia la hacienda aledaña y eso a Jacinto no le huele bien. Y olfateando y olfateando con nariz de perro, Jacinto, sólo cruzó el ademán frío de entrever la única esperanza y la única espera condescendiente en querer salvar al pueblo de la vil venganza de un muerto mercenario, y del cual, Jacinto era el héroe. Y dejó estipulaciones, y un legado frío de un muerto mercenario persiguiendo a la vida y se vio como la espera exasperante y de un frío momento, cuando en el alma de éste mercenario friolento se vio como la fuerza inocua, pero, era sólo un enemigo, el cual, era un sólo mercenario y otro revolucionario, el cual, se intensifica la forma de ver el cielo como a aquel sol en la piedra en el río. Y, Jacinto, era también un revolucionario, pero, el miedo aún le embarga dentro de su cuerpo como friolento frío o viento tan gélido como el mismo tormento en que había logrado la libertad para su pueblo. Y la libertad corre un sólo peligro entre los campesinos de la hacienda aledaña, si la mayoría de los campesinos se fueron con el hacendado más mercenario y más malvado que el que el pueblo tenía antes. Y, Jacinto, olfateando que pasa algo más malo de lo que ya había pasado. Y en un presentimiento sólo encrudece de espantos seguros lo que en el juego del alma se apoderó de Jacinto. Y Jacinto indagando y preguntando, pero, no logra observar ni acechar y queda atrapado entre escollos y escombros de la libertad, del poder y de la tiranía, otra vez. Y nuevamente se perfila otra revolución por querer salvar a su pueblo de beneficios, los cuales, el pueblo con falacias y marfuz emigran hacia el destino cruel de un enemigo oculto y silencioso como lo era el gran mercenario de la hacienda aledaña y continua a la hacienda de Jacinto. Cuando en el trance de la verdad se vio Jacinto frío, incoloro, insulso  e insípido, porque cuando en el embate de dar una sola señal mortífera en poder ser el mercenario salvador de un pueblo, se vio Jacinto como un débil revolucionario incapaz de poder salvar otra vez la misma historia. Y, Jacinto, y su enemigo cruzan miradas, es una fría sensación y un incoloro momento, cuando en el afán de creer en la hazaña de héroe quedó maltrecho e indebidamente abatido por el dolor de la venganza fría de ese malvado y frío mercenario. Cuando en el afán de subyugar la sangre entre las venas frías se vio como un débil y mal inconsciente acechador y de una sola revolución. Y el enemigo toma por el cuello a Jacinto y le dice  ̈la piedra en el río nunca se movió de lugar ̈, y sonó otro disparo, el cual, era el de una revolución o de un ser tan mercenario que dejó vida, corazón, alma y temor y la valentía afloró otra vez. Y fue el calibre de Jacinto que se disparó una y por todas, y libertó al pueblo con una eterna libertad. Y le dijo Jacinto que… ̈pero, se te olvidó que yo soy la piedra en el río…¨-, y mató de un disparo al mercenario que quería vengar y oprimir más a su pueblo. 

 

 

**~FIN~**

 

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

EMYZAG

                                         

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de septiembre de 2023 a las 00:03
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~De mi cuento ¨La Piedra en el Río¨ la historia aquí…Una joven hermosa es violada por un mercenario y su hermano venga el honor de su hermana y a todo un pueblo subordinado bajo el imperio de éste mercenario…Mi #20 de novelas cortas en el año 2023…Mi #138 de novelas cortas hasta el año 2023…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 4
  • Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
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