Quien soy yo…
Sino aquel que, acosado
Por los remordimientos,
Sufridos tanto tiempo
En el peor de los silencios…
Y por los recuerdos
De un tan triste pasado,
Que, aunque lejano,
No deja de ser tan negro,
Intenta ahora…
A buenas horas,
Ponerse en paz con Dios
Y con los hombres…
Sino sólo alguien sin nombre,
Perdido entre un bosque
De recuerdos. Quien soy yo,
Sino aquel que en un campo
De maniobras,
En San Gregorio o en el Teleno,
Donde el recuerdo se enroca…
Se jugó tantas veces la vida,
En un cruce de disparos
De fusil, de artillería,
De ametralladoras o de morteros…
O el que inconscientemente,
A veces se la jugaba
En un choque de navajas,
En la oscuridad
De aquellas madrugadas,
Cuando estaba en la Legión…
Quien… Sino el que ahora…
A buenas horas…
Con dolor de corazón,
Ante Él y ante vosotros, confiesa
Que dando la espalda al Señor,
Por defender una sin razón,
Era capaz de cualquier barbarie…
Cuando imbuido por la soberbia,
Y sin tener, ni hallar perdón
Que me absuelva,
A la puerta de un lupanar,
De cualquier mal local,
O cualquier callejón infecto,
Ebrio de vanidades,
O por el alcohol,
Que consumiera en exceso,
Como el peor de los malnacidos,
Buscaba pendencias y desafíos
En mi desenfreno ciego…
Quien, mi Señor bendito
Para suplicarte…
Quien sino el que ahora,
A buenas horas…
Se pregunta por qué,
Dejó de buscarte…
Y en aquella lejana
Juventud, mi Señor,
Y solo tal vez,
Para impresionar a otros,
Como un loco,
Se jugaba la vida,
Cuando escalaba
La alta cima
De cualquier montaña…
O imprudentemente, seguía
Jugándosela, descendiendo
A alguna sima escondida,
En alguna sierra perdida,
O algún monte,
O lugar sin nombre…
Quien… mi Señor.
Sino el que,
En tantas ocasiones,
Alienado por el vapor
De la euforia y el alcohol,
Con una moto emulara,
Absurdas e inicuas competiciones,
Picado por algún descerebrado,
Que por la velocidad
Estúpidamente se la jugara…
O cuando desafiando
A la cordura y a la razón,
Pasaba el fin de semana,
En el “paraclub” de Tablada
De la mañana a la noche,
Haciendo el loco,
Y sin encomendarme
Ni a Ti, mi Señor, ni al otro…
Pasaba las horas saltando
De vetustos aviones,
Sólo confiando
En que se abriera
El paracaídas,
Y no acabara todo en tragedia
Sólo porque Tú, no querías.
Quien mi Señor,
Sino el que no merece
Ni piedad ni perdón,
Y que tantas veces,
Buscando satisfacer
Los más bajos instintos,
Anteponiendo su yoísmo,
Al corazón y a la cabeza,
Turbia y torpemente mancilló,
La inocencia y la pureza
De alguna joven mujer,
Que, buscando tal vez,
Un amor distinto
Al que tuviera,
Probablemente no mereciera
Que yo, volcara solo hiel…
En un vaso que tal vez,
Solo de amor,
Llenarse debiera.
O cuando por el trabajo infame
De gestor de impagados,
Por ganar sólo unos dineros,
Y aprovechando las facultades
Que tan generosamente,
Mi Señor, habías puesto
A mi disposición y alcance…
Levantaba la mano
Contra algún inocente,
Cuyo único pecado
Era no poder ponerse
Al corriente
De alguna deuda pendiente…
Cuando hasta hoy,
Por más que busco y voy
Tras algo tan trascendente,
No encuentro razón
Alguna, que fundamente
La vesánica pasión
Que me movía mi Señor,
Para tanto ofenderte.
Quien soy yo,
Para ponerme
Ante nuestro Señor,
Creador
Y supremo bienhechor
Nuestro, omnipotente
Y Señor soberano
De nuestras vidas,
Sino el desventurado
Que sin otra prioridad
Que agrandar su ego,
En su desenfreno ciego,
Tanto ultrajó la Verdad
Y hasta la razón,
Provocando solo dolor
A los que le querían,
Sino el que, entre idas
Y venidas,
Fue malgastado la vida,
Entre la duda y el pecado…
Sino el que hasta ayer mismo,
En el colmo del cinismo,
Seguía creyendo
Llevar a cuestas
El peso de una cruz,
Que le aleja
Irreflexivamente de esa luz,
Que alumbra el Sagrario,
Donde habita
Quien tanto nos amó,
Y que sin que lo merezcamos,
Por nuestra salvación,
La suya dio,
Por nosotros en el calvario…
Quien soy yo,
Bendito Señor…
Sino un desdichado
Y pobre pecador,
Que, entre su nada
Y Tu eternidad,
Hace ya muchos años,
Perdió paso a paso,
La poca humanidad,
Y la dignidad,
Que le iba quedando
Dentro como hombre…
Sino un sombrío desecho
Que nunca sirvió de ejemplo…
Alguien sin nombre
Que siempre navegó,
Entre aguas de poco calado
Pecado sobre pecado…
Quien Señor…
Sino el que hoy, avergonzado
De malgastar una vida
Colmada de errores,
Abusos y sin razones,
De rodillas
Señor, recorrería
Medio mundo,
Solo por postrarse
A Tus plantas
Para en algo,
Poder llegar a merecerte.
Solo por poder
Estar contigo un segundo…
Un solo instante,
Que guardaría
Ya para siempre,
En el cajón
De mi alma más profundo.
Y que hoy, arrepentido,
Tras tanto haberte ofendido,
Y consciente de ser nada
En Tu presencia,
En el colmo de la insolencia,
Se pone a Tus plantas…
Para implorar clemencia.
Quien hermanos…
Sino el que hoy,
Ante quien proclamó
“YO SOY…”
Lleno de temor,
Sobrecogido y aterrado,
Ante la certeza que se viene…
Ya Descuenta días
Del corto calendario,
Que inevitablemente, le acerca
Al final ineludible de la vida…
El que, ante nuestro Señor,
En busca de esperanza
Para su alma atormentada,
Pone rodilla en tierra,
Ante la pequeña puerta,
Tras la que está Dios mismo,
Donde aguarda pacientemente,
Que vengan a verle Sus hijos…
Y más pronto que tarde…
Habrá de enfrentarse,
A las puertas
De ese abismo insondable,
Que a todos nos espera,
estremece y amedranta…
El que ahora,
A buenas horas…
Señor, a Tus plantas
Se pone, en actitud temerosa,
Y hasta cobarde…
Tras tantas ruindades,
Y una existencia
Colmada de indiferencia…
Y tras tanto ir y venir,
Ya cansado de perseguir,
Sombras engañosas,
Viene mi Señor ahora,
Quizás demasiado tarde,
A intentar como sea,
Ponerse en paz Contigo,
Receloso quizás,
De toda una eternidad
De castigo.
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Autor:
caifasdetriana (
Offline)
- Publicado: 15 de septiembre de 2023 a las 14:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
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