Desayune su piel como un león hambriento.
La tomé de prisa, la disfruté en cada mordisco que le daba,
con la respiración cortada y pulso urgido
deslizaba mis manos buscando el sur de su cintura
y trepaba por las laderas hasta llegar a sus alturas.
Fui náufrago en el mar de su cuerpo,
me ahogue entre sus piernas y perdí la noción del tiempo,
no sabía si era invierno, verano o lo que era,
solo sé que al soltar el último botón de su cuerpo
ella floreció como la primavera.
Nuestra piel sudada, la respiración alterada,
mi lengua, su alma, el monte de Venus y más allá.
Fuimos cómplices de nuestros gemidos exquisitos de poesía,
en su mirada y en la mía brillaban dulces acordes de melodías.
Oí trocitos de cielo en sus suspiros al explorar con mis dedos sus rincones más prohibidos.
La desayune lentamente; si...
la desayune exquisitamente hasta devorar su piel como una fiera.
- Autor: maximo nicola ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2023 a las 02:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Rafael Huertes Lacalle, Mauro Enrique Lopez Z.
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