Prosa... Vuelvo a escribir, al menos, este instante.

           Hoy vuelvo a escribir. Dejo que mi alma vomite lo que quiere mostraros. Estoy satisfecho en la muralla, postrado, observando como la noche besa al día. Ya terminó el ocaso y el mirlo, así como la cogujada, le sacan más color a este vacío. La luna crece, justo encima de mí, y muchos cúmulos nubosos se aparean en el cielo anaranjado, ya cada vez tornándose más oscuro. Ahora escucho chillidos de murciélagos que buscan pequeños insectos con los que saciar su hambre. Los faroles del pueblo ya están encendidos y el castillo, alumbrado por la pasión, conmemora las almas de tantas guerreras arrasadas por inconscientes. Para muchos resultará tenebroso estar aquí solo, mientras la noche cae y un alcázar lleno de enigmas se alza detrás dando la bienvenida a las estrellas.

           Puedo flotar en los olores que pare la muerte del día y perderme en el nacimiento de la oscuridad donde, poco a poco, observo a nuestras madres aparecer. Huele a sierra, a aire limpio de ese que los habitantes del asfalto gris echan de menos. Viajo dentro de mí para darme cuenta de que no soy nadie y a la vez soy todo... Desde esta multitud de hierbas, cada vez más florecidas, hasta el pequeño roedor que sale a comerlas... Hasta el búho que acecha y completa la cadena. Así mismo, también soy luna, el sol que le da brillo y las estrellas que embriagan tantos caminos.

           Observo el trasiego mundano a las faldas de la fortaleza. Amores y desamores detrás de las luces de las ventanas. Parques solitarios llenos de almas pequeñas que nacieron en la muerte más pronto, pero quisieron jugar más rato antes de emprender el viaje a la otra dimensión.

           No existen palabras para describir hacia donde floto ahora mismo y lo que soy cuando me libero. Pues me siento en todas partes. Llámenme loco. Mas seré libre. Al menos, este instante.