A mí mismo

José Luis Barrientos León

 

Soy una isla abandonada,

en el centro de la nada,

en medio de un mar abúlico,

donde he sido incomprendido,

dentro de un mundo que no entiendo,

y que no me conoce.

 

Un ser humano me escala por el alma,

con voces interiores de ímpetus dormidos,

de versos como arroyos que lloran mis secretos,

y flores venenosas que asesinan mis estrofas.

 

Un ser humano que no encuentra el sosiego,

cual volcán dormido con fuego en sus entrañas,

y sus manos vacías, sin libros, sin abrazos.

 

Soy una isla abandonada,

con una cruz erguida en medio de su esencia,

rodeada de vientos sin sonidos,

y el misterio de silencios eternos,

homicidas del tiempo.

 

Un ser humano me late en el pecho,

acunando sueños como árboles longevos,

como fiera que mira tiernamente,

cuando encuentra algo más allá del deseo,

más allá del absurdo sentir de inciertas emociones.

 

Soy una isla abandonada, ignorada,

donde no llega nadie,

donde no se encuentra nada.

 

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