POR LOS JORNALEROS
Qué difícil que se nos presenta hoy la interpretación del Evangelio.
Como simple hombre de a pié y viviendo en un País en el cual quienes trabajamos y producimos, pagamos impuestos cada vez más altos, onerosos y hasta extorsivos, para pagar planes gratuitos a quienes no hacen más que marchar y perjudicarnos a quienes trabajamos.
Cómo aceptar que el señor de la viña tenía una buena conducta?
Como simple feligrés y con un carácter que dista a veces de ser “manso y humilde” se me hierve la sangre al tener que aceptar eso de pagar a todos igual, aunque hayan trabajado menos.
Pero, la vida nos va enseñando que en las cosas de Dios siempre hay un pero.
“Mis planes no son vuestros planes”, nos dice Dios en la primera lectura.
La contabilidad de Dios no es nuestra contabilidad.
Lo vimos la semana pasada, con las setenta veces siete, o sea, el perdón infinito de Dios, sin motivo aparente.
Sólo por amor.
Y lo volvemos a ver hoy.
Hay que aprender entonces a contar según las matemáticas (y la lógica) de Dios.
Así como el trabajo en el campo, en los quehaceres diarios, ese que parece simple de ama de casa, o el de oficinista, de “empresario”, el trabajo en la viña no es cosa fácil.
Hay que estar inclinado, te cortas las manos con los sarmientos, te cansas, sudas…
El que estuvo desde las siete de la mañana se ganó con creces el jornal y hasta suena o parece normal que esperara más que el que no tuvo tiempo casi ni de cansarse.
Aunque se pusieron de acuerdo todos en un mismo valor.
El plan del señor de la viña era tener ocupados a todos los jornaleros.
Muestra preocupación por los desempleados, sale a diversas horas, busca que todos estén trabajando.
Sin dudas, y lo vemos a diario, la pereza, el estar sin hacer nada es la madre de todos los vicios.
Y los resultados son nefastos.
Porque allí se introduce el narcotráfico, dejamos de lado la educación, las responsabilidades y de pronto sentimos que quienes trabajamos estamos ante una disyuntiva de bajar los brazos y desistir ante tanta injusticia.
Es como que nos sentimos con más derechos quienes venimos de chiquitos en esto de ser y pertenecer a nuestra Iglesia, a nuestra comunidad.
Bautizados de chicos, en un país católico, (Bah, hasta en eso hemos bajado los brazos) de Misa dominical, con sacramentos regularmente, se puede decir que somos de los que llevan en la viña desde la primera hora.
Al llevar tantos años “en esto” sentimos que podríamos mirar a los demás por encima del hombro.
Y de pronto me encuentro caminando los pasillos de alguna cárcel chocándome con esos “jornaleros de última hora”.
No soy quién para juzgar sus méritos ni sus errores ,ni para pensar que tengo más o menos derechos, pero sí puedo decirles que en muchos de ellos su entusiasmo es mayor. Se asombran cuando uno los trata con respeto, como personas.
Descubren la Biblia por primera vez, la leen con sorpresa e interés, la Misa no es algo rutinario que se saben de memoria y se alegran de ver a alguien que viene a darles una mano desinteresadamente.
Y yo, uno de los de la primera hora, siento que ya lo he oído todo, tengo a la gente de mi comunidad “muy vista” y hasta me repito las palabras de memoria.
Entonces sólo quiero pedirte hoy Padre me des la humildad de no pararme a juzgarlos a ellos ni a quien les paga lo mismo.
Sólo te pido me des la visión clara para saber ver al buen “Señor de la viña” y seguirlo.
Son tiempos difíciles en nuestra sociedad y necesitamos imperiosamente jornaleros.
Aunque sean de media jornada, no importa.
Pero jornaleros dispuestos a trabajar y no a seguir viviendo de quienes trabajamos de sol a sol.
Buen domingo.
LHS
- Autor: Pampa Dormida (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de septiembre de 2023 a las 09:14
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 7
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