Y quedó el silencio,
entre la sala y la cama,
la lumbre en su resaca
de pesadumbre, abandonó
la estancia y se fue el fulgor
de aquel hombre en prejuicio
de la madrugada y del aire
denso de Lima.
Las calles inflamadas
de soledad, los campanarios
en rocío mortuorio
y Latinoamérica en llanto.
Todo mengua al compás
de la ausencia, del alma
que desampara el cuerpo
y de las manos,
que ya no responden
al sacro ritmo de alabar
los misterios de la existencia.
La tinta del poeta vestido
con la túnica de la muerte,
se mezcla con su sangre
mustia, está solo
en el crepúsculo de los cerezos,
cortejado por la vigilia de
Melgar, las ninfas de sus sueños
y su amor por su linaje.
Se pierde en la inmortalidad
con su letra abrillantada,
la riqueza de su verbo
certero y la otrora
sonrisa que animaba sus ojos
en las largas quimeras nocturnas.
-Sobre el desván -
reposan cirios, trozos
de hojas, un tintero de oro
y el nombre de César Vallejo,
engastado en piedras del río
Ucayali, con su memoria
en la cumbre dionisiaca
de los poetas y que Perú,
guarda en su cordillera
como su ecuestre fortuna.
¡Murió Cesar Vallejo!
¡Murió la poesía de piel sonora!
Yaneth Hernàndez
Venezuela
Derechos reservados.
- Autor: Yan (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de septiembre de 2023 a las 01:23
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Annabeth Aparicio, Mauro Enrique Lopez Z., Martha patricia B, David Arthur
Comentarios1
Buena dedicación a este poeta Peruano Yaneth.
Un abrazo de cariño amiga
David
Gracias mi apreciado David.
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