POR UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Si prestamos atención a la Palabra de estos últimos domingos, se nos sigue machacando, martillando en el duro entendimiento lo que se pretende de nosotros.
De esta manera se va formando nuestra conciencia y entendemos mejor lo que significa ser cristiano.
En esta lectura de los dos hijos “díscolos” quizá me sienta identificado con el segundo.
Siempre fui reaccionario.
Siempre, de primera dije que no.
Me sonrío al recordar que en una oportunidad, hace alrededor de 45 años, encontrándome de poco humor para la interrelación personal, mi adorable hermana me llamó diciendo solo mi nombre, a lo que respondí “NO” por las dudas.
No sabía ni de que se trataba, pero por las dudas la negativa estaba a flor de piel.
Quizá porque me conozco y porque en el fondo sé que cuando me comprometo con algo lo hago hasta el fondo, aunque duela.
También me sucedió luego de muchos años y por un lapso prolongado en que me negué a un llamado.
Pero esta vez era Dios quien me llamaba.
Estamos acostumbrados a que mucha gente, quizá la mayoría, falta a los compromisos.
Dicen ese “si” para quedar bien y se van tranquilamente.
Los menos, mascullamos, protestamos, nos encabronamos pero mascando el freno ponemos manos a la obra.
Estos domingos últimos hemos ido pasando de la corrección fraterna al perdón al hermano y a la contabilidad original y generosa de Dios.
Hoy se nos vuelve a presentar otro desafío.
Seguro que el padre de esta parábola no se quedó mucho tiempo pensando en la negativa del primer hijo.
Se fijó en el que hizo lo que le pidió, y ya está.
Casi seguro que al segundo también le dio otra oportunidad.
Es lo que tenemos la mayoría de quienes somos padres.
Vemos en lo profundo del corazón de cada uno.
Hoy se nos dice a boca de jarro que los “publicanos” (recaudadores de impuestos Judios para los Romanos) y las prostitutas nos llevan la delantera en el camino del reino de Dios.
Me imagino cómo le sonaría a los contemporáneos de Jesús.
Incluso hoy nos suena raro.
Acostumbrados a juzgar, dividimos entre buenos y malos, los nuestros y los otros, los míos y los ajenos.
Todo según nuestra lógica.
Y de nuevo la Palabra nos recuerda qué es lo importante.
No decir, sino hacer.
No sólo decir que creemos, sino hacer lo que decimos.
Eso lo entendieron bien aquellos que estaban fuera de la sociedad, en la periferia, en tiempos de Jesús y a quienes éste no los juzgó sino que los aceptó, los perdonó.
Como una segunda oportunidad.
A veces nos pasa que le echamos la culpa a los demás, que nosotros somos los que lo hacemos bien y los otros los equivocados.
Hoy los vemos en los medios de comunicación: Postulantes a “algo” que viven hablando mal del otro, echándoles la culpa de todos los males que tenemos como sociedad, que dicen que “SI” inmediatamente a un compromiso sólo para quedar bien con quien lo elige, y luego desaparecen en el anonimato.
En nuestras manos, en nuestras acciones está el cambiar de actitud, el no sentirnos tan autosuficientes y ser más humildes.
A lo largo de la historia y en el día a día vemos mucha gente que luego de una vida no muy ejemplar recapacitó, se arrepintió y comenzó de nuevo.
Te pido Padre en esta Plegaria seguir teniendo la claridad y la fuerza para seguir poniendo las manos a la obra en beneficio de quienes lo necesitan luego de mis “no” de arrebato.
Te pido ser de esos capaces de pensar siempre que es lo que querría Jesús que hiciera. Porque escuchar o leer la Palabra siempre es un mensaje de liberación.
Aunque el primer impulso sea decir “no”.
Buen Domingo
LHS
- Autor: Pampa Dormida (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2023 a las 09:06
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
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