EL ESCAPE DE DIONISIO

Nan

Desde el abismo de su catre, le vi caer
un poco confundido y ojeroso, 
miró a su alrededor lívido y sin enojo,
levantó pesadamente su cabeza
escudriñó el techo en la oscuridad,
pero no pudo reconocer nada a su alrededor,
estaba como en una nebulosa de sueño y cansancio
que le impedía recordar donde estaba.

 

Desde el cielo, colado por una hendija de la puerta,
un rizo de sol, de un dorado intenso, le cegó,
puso entonces sus dedos en cuenco y apoyó su rostro,
como meditando 
 entre la esclavitud de la vida y libertad de la muerte,
su alma estaba ausente y su espíritu inerte,
como el ruido del mar en la playa, cuando se va y vuelve.

 

Ese día, la mañana trajo un viento frío y repugnante,
 que, como una mano etérea y misteriosa,
golpeó la ventana, espernancándola,
la ráfaga alborotada, trepó por un rincón, 
 bajó como una serpiente invisible hasta el catre, 
lo envolvió atravesando su piel y se alojó en sus huesos,
como un semblante triste, en un espejo quieto, frío y perpetuo,
balbució frases incoherentes, titiritando entre bostezos. 

Dormitado aún, vino en si repente,
y con voz triste y lejana, llamó a su perro:
bocanegra, bocanegra… pero el animal no se movió,
este siguió acurrucado entre el frio y la pereza,
en un rincón oscuro del suelo.

Dionisio, sin fuerzas y con desánimo
cayó de espaldas al catre de nuevo,
un profundo ronquido, le siguió…
más tarde el ladrido lejano de bocanegra 
llegó a sus oídos y despertó,
que he hecho… dijo… son las diez,
sintió afuera el alboroto de los gallos
y los pollos en el conuco,
…debe ser el zorro cloco que ha vuelto otra vez… 
…ya van cinco veces este mes,
algo tendré que hacer.

 

Dionisio, busco en la lacena
su inseparable porongo,
 pero no lo encontró,
dio unos pasos en la salita
y en la media penumbra del recinto
y pudo ver el camuro intacto, pero sin su tapa,
…creo que la Guasinga se me acabó…
dijo entre dientes, se paró como pudo y se marchó.

 

…Si no es hoy será mañana, 
pero esta lavativa se tiene que acabar
seguro, de que me llamo Dionisio, así será…
eso fue lo último que dijo.

 

Dionisio, emparrandado, una tarde de pascua,
por allá en las costas de Bajabaroa
tumbado en el arenal,
y estando un poco pasado de Guasinga
 a tal punto que no conocía a nadie,
les decía a sus amigos de pesquería,
…digan que Dionisio murió de mengua,
 un 17 de un mes cualquiera,
para que no me recuerden más,
y no me busquen cuando me vaya.

 

…Pero aquel día… alborotó a todo el pueblo, 
cuando se marchó sin decir nada
y ni a su perro bocanegra se llevó,
…si se hubiese imaginado esto, 
no se habría ido, así como así,
dijo Pedro Pinto la noche de ese 17
…ya cansado de caminar,
en la búsqueda de su amigo Dionisio,
lo seguían: Robustiano Piña, Chuo Didenot 
y su hermano Roso Romero,
ya iban a ser las once y cuarto,
cuando pararon la búsqueda,
bajo la lumbre de una luna en cuarto menguante
que como un ojo despierto y asustón
mirándolos sin pestañar en el medio cielo,
quería como contarles algo.

Bocanegra…a estas alturas no sabía que hacer,
solitario, como sumido en su orfandad,
 dio dos vueltas y se echó en el suelo.

 

Algunos dicen que se perdió desoriento en el monte
porque sufría de tabardillo de tanto aguantar sol
y se perdió para siempre en cualquier rumbo.

 

También se comentó que estaba en Puerto Escondido
viviendo oculto en una cueva con la india Claudia Elena,
quien fuera su novia por un tiempo, cuando llegó de Juan Griego,
y que no salía al sol porque estaba medio ciego.

 

Como no le consiguieron ni trilla por ninguna parte,
aquel día que se marchó sin dejar rastro ni recado,
dicen y que se fue en su cayuco maltrecho
a desafiar el mar, en la noche de la llenante
y quien sabe si algún Cachalote 
le volteó la curiara…hasta el sol de hoy.

  • Autor: Nan (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de octubre de 2023 a las 16:04
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 15
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