Solos, los dos

Amaro Gargoyle

Solos, a dos manos, siendo no más de uno,

solos, a dos, no siendo más que oscura habla,

solos, consuman su deseo en bengalí o en fabla,

solos, necesitan más de Hestia que de Juno;

calladamente se van diciendo de los hilos,

penden sus pesares en clavículas desnudas,

y despejan en café de taza animales dudas

evitando lo posible exponer asaz sus filos;

solos, solísimos, en cierta blanda cama

callan sus murmullos de pesares, penas, bruma,

solos y en sus vanas soledades de pijama

calman la palpitación, canción de cuna;

salen a pescar, ¿qué pescan? Peces, claro,

algunos calamares que les gritan cosas,

a veces con sus mallas también cazan mariposas,

y besos que se comen las pestañas con descaro;

solos, los dos, casi que uno, se tienen

soportan su peso en la columna del otro,

son una mantícora, un adalid, acamellado potro,

y son solo para el otro, y para sí, no temen,

uno dice «basta», el otro continua y son los dos,

ambos se han cansado y, sin embargo, hay otro día,

como enjugan el sudor, extienden la melancolía

y tienen más certeza de lo suyo que de dios,

solos, uno a uno, a veces solo uno, siempre dos.

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