Poema del retorno

Si vuelvo alguna vez por donde hube caminado,

a oler feliz la flor, inadvertido,

por casualidad pensar en el dolor sentido,

a recordar, quizá, un ring de los que hubieron existido,

cargar el equipaje del buen amor partido,

callarse, única vez, el mensaje reprimido,

morirse entre los ritmos del beso jamás dado.

Si vuelvo cierta vez a ser violeta y no morado,

a irme por el imbornal con el pesar vertido;

si vuelvo a comenzar lo concluido,

a dirigir esfuerzos de tercios derrotados;

irme con la lluvia, obnubilado;

irme pertinaz, enardecido;

irme para nunca en siempre olvido,

irme, pero a veces retornado.

Si vuelvo, esta vez, como me fui: cansado

a pesar de conocer de lo que goza el revivido,

denme de comer de lo comido,

denme de beber de lo bebido,

denme de consuelo lo ya amado;

si vuelvo en andas, me pongan de costado;

si vuelvo en ciernes, déjenme yacido;

si vuelvo en lunes, me dejen reposado;

si nunca vuelvo, me traigan del olvido.

Si no, si nada de esto, si solo nada;

si al mirar atrás no volví a lo caminado;

si paso por encima de la flor, inadvertido;

si sordo no oigo el ring de los que hubieron existido;

si nada en todo lo demás, lo dicho y recordado

ni cargo la maleta y digo lo sentido

ni muero ni me muevo, si el beso fuera dado;

entonces, nada queda, solo tiempo transcurrido

en el silencio tosco de lo nunca priorizado.

Espérenme en la brisa cualquier día festivo

que todo se retorna y vuelve a lo iniciado.