Un día, estaban jugando
y en medio de su gran tropel,
se les vinieron rodando
desde el viejo estante aquel,
dos cajas que eran pesadas
cayendo sobre Miguel.
Entonces cayó de bruces
por el peso sobre él
y por lo flaco que era
no sabía cómo hacer.
Más, sin embargo, José,
corrió para socorrerlo
y el peso de cada caja
fue capaz de sostenerlo.
Entonces fue donde su padre,
le contó lo sucedido
y le dijo que Miguel,
se encontraba un poco herido,
por lo que había pasado.
Más esa noche, José,
no se apartó de su lado,
y decía que le daría
a Miguel, un gran cuidado.
En otra ocasión, José y Miguel,
se quedaron encerrados,
en un lugar que tenía
los tubos casi pegados,
estaban muy lejos de casa,
pues de la escuela volvían
y si no lograban salir
allí ellos se quedarían.
Los dos se miraban tristes,
se encontraban muy asustados,
más la forma de salir
Miguel ya la había pensado.
— Soy muy flaquito — le dijo,
entusiasmado a José.
— ¿Por qué dices eso ahorita?,
eso es obvio y ya lo sé.
— Ah, yo soy más inteligente,
pues nada se te ocurrido,
yo podría de aquí marcharme
y dejarte a ti perdido.
Pero yo voy a salir
usando esa condición
y por eso hoy tú tendrás
por mi ayuda salvación.
— ¡Miguel, Entonces qué esperas!,
ya sal de aquí de una vez,
deja de hablar tanto ahora,
ve y deja la estupidez.
Busca a alguien que venga
y que me ayude a salir,
cuidado que tú eres malo
y no vuelves a venir.
Y Miguel enseguida volvió
con su hermano mayor,
y al mirarlo José sonrió,
sintiéndose mucho mejor.
y allí se dio cuenta José
que Miguel tenía valor
- Autor: ALEXVILLS76 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de octubre de 2023 a las 09:50
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Mauro Enrique Lopez Z., Violeta
Comentarios1
Una gran enseñanza y han pasado por esta mala circunstancia , interesante , muy bien Alexander , saludos.
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