NOBLEZA

Lourdes Aguilar


AVISO DE AUSENCIA DE Lourdes Aguilar
En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía

    Botija era un hermoso minino de suave pelaje y grandes ojos verdes, su cuerpo era ágil y vigoroso, su dueño, Javier lo había comprado todavía cachorro cuando su perro había comenzado a dar muestras de debilidad debido a los años, primeramente perteneció a su hermana quien se lo había encomendado aún pequeño cuando por cuestiones de trabajo se tuvo que ir de la ciudad y ya nunca regresó por él, Javier no era aficionado a los canes, de hecho le molestaban los ladridos, pero el animal era dócil con él y desconfiado con los extraños por lo cual le era útil como guardián, así que lo conservó sin darle más atención que la necesaria para alimentarlo, eso sí, no le permitía entrar a la casa ni lo sacaba de paseo, acomodó un toldo para que tuviese algo de sombra y con el tiempo simplemente se fue olvidando de él, no tenía nombre, era simplemente “el perro”; en cambio para el perro Javier era su amo, el humano a quien debía servir, quien le había dado un lugar en su hogar y quien con su sola presencia le daba seguridad y alegría, lo demás no importaba. Después llegó el gatito, el gatito que siempre estaba adentro, bien alimentado, cepillado y además tenía el privilegio de acostarse donde le diera la gana y escandalizar cuanto le diera la gana; a pesar de ser tan consentido y vividor no necesitaba demostrar afecto para recibirlo. Esas diferencias sin embargo no disminuían el cariño del perro hacia su amo, aunque con el tiempo se hacían más marcadas conforme pasaban los años y la intemperie, la soledad, falta de atenciones y la rutina alimentaria mermaban su salud, avejentándolo y restándole vigor, paulatinamente su espacio se fue volviendo apestoso por el orín y las heces pocas veces retiradas y el toldo se fue desgastando protegiéndolo apenas del sol o la lluvia, lo cual lo dejó en un estado deplorable, su piel estaba marcada por zonas desprovistas de pelo causadas por el cinturón que Javier usaba para callarlo cuando su instinto canino, el estrés y la melancolía le ordenaban ladrar, los parásitos empezaban a infestar su cuerpo debido a la escasa limpieza y la ausencia de baño, estaba claro que para Javier el perro se había convertido en una carga y de hecho estaba ´planeando la mejor manera de deshacerse de él.

    Ante estas circunstancias, Botija aprovechaba para burlarse del perro y presumir de sus privilegios:

   -El amo se va deshacer de ti un día de éstos.

   -Tal vez, tal vez....-respondió el perro sin inmutarse mientras las moscas sobrevolaban a su alrededor.

   -¿No te importa?¿Por qué no intentas rebelarte? A lo mejor si le dieras un buen mordisco antes de que cierre la puerta...

   -Es mi amo ahora y debo permanecer con él.

   -¿Tu amo? Hay que ser estúpido para llamarlo así cuando se nota que le estorbas.

   -Las cosas no son lo que parecen, el amo no es malo.

   Botija se alejó riéndose; su vida era demasiado cómoda como para preocuparse para descifrar los razonamientos de un ser tan insignificante para él.

 Javier saldría a hacer un trámite el fin de semana a otra ciudad y decidió que podía aprovechar para dejar al perro en cualquier punto de la carretera, cuando Botija se enteró de sus planes se asomó por la ventana para advertirle al perro.

    -Tus horas están contadas, serás aventado como un fardo a media carretera, morirás de hambre y de sed y los zopilotes te picotearán mientras agonizas.

    -Calla, todavía vivo –Respondió él sin alarmarse.

    -¿Piensas que te salvarás? ¿Quieres aferrarte a una esperanza cuando ya todo está decidido? ¡Vaya que eres estúpido!

    El perro no contestó, miraba fijamente las estrellas, tratando de soportar la comezón que erizaba su piel al presagiar un milagro. Esa noche Javier llegó con algunas copas de más, por lo que se tumbó en la cama medio vestido para disponerse a dormir, pero ciertas voces en el patio que al principio creyó producto de su alcoholizada mente le intrigaron, se estremeció más aún cuando al prestar atención no pudo asociarlas con ningún timbre humano, por lo que, temeroso, se acomodó junto a la pared y muy lentamente descorrió un poco las cortinas de la ventana; lo que vio y oyó lo dejó estupefacto, sudando frío y paralizado, a poca distancia de la ventana y justo delante de él había una aparición, una criatura extraña, de aproximadamente metro y medio, vestido con un traje que se adhería a su fisonomía humanoide pero cubierto con un pelaje sedoso de color blanco, su rostro poseía un largo hocico y ojos gatunos, estaba cubierto con una capa con capucha por lo que no podía distinguir las orejas, ésta criatura se erguía majestuosamente frente a sus dos mascotas con las que sostenía un diálogo que lo dejó aún más perplejo, Botija empezaba a responder cierta pregunta recién formulada:

    -Sí, su majestad, sufro mucho, ese amo mío es un salvaje, no sé por qué me compró, ni siquiera me alimenta, le gusta jalarme la cola y tirarme zapatazos cada vez que llega, se divierte metiéndome en un costal para ver si logro escapar, el otro día trató de ahogarme en la bañera y...

    -Sin embargo –Contestó el ser- te ves muy saludable a pesar de tan malos tratos y agregó, dirigiéndose al perro:- ¿Tienes algo qué decir?

    El animal, sin bajar la cabeza y con mucha naturalidad contestó:

    -Yo estoy muy a gusto con mi amo, me ha puesto por nombre Golondrino, compra comida especial y me baña cada semana , constantemente lo acompaño cuando sale y duermo junto a su cama.

    -Sin embargo –Observó- estás muy sucio y débil a pesar de sus cuidados, ¿de qué son esas marcas en tu piel?

    -Su majestad, mi querido amo trabaja mucho y a veces se le hace tarde, yo me escapé para seguirlo cuando por descuido dejó la puerta abierta, desgraciadamente, al regresar unos perros me atacaron; la señora a la que le paga por hacer la limpieza me volvió a meter y me encerró aquí en el patio; pero no ha regresado en varios días, estoy seguro de que mi amo la reprenderá en cuanto la vea.

    -Has defendido fielmente a tu amo –Concluyó gravemente el ser- aunque tu silencio hubiera bastado para condenarlo, puesto que deseas su vida tomaré en su lugar la de éste gato traicionero.

   Fue todo lo que Javier pudo soportar, se dejó caer en la cama, el pesar lo invadió recordando cómo el perro movía la cola cada vez que lo veía llegar siempre, primero vigorosamente, luego despacio, pero diario, siempre, durante años, su mirada baja, triste cada vez que salía molesto a callar sus ladridos con azotes, su apestoso patio, su lona raída y aún así ni una palabra de reproche, ninguna acusación que podía costarle la vida ¿quién o qué era esa criatura que parecía tener autoridad sobre ellos e incluso sobre una vida humana? un llanto convulsivo mojó la almohada donde escondió avergonzado la cabeza hasta quedar dormido. Temprano al día siguiente salió al patio donde el cadáver de Botija era la prueba de que su inexplicable experiencia había sido real; el perro, como siempre permanecía en un rincón, moviendo tímidamente la cola para saludarlo, su mirada triste y el lastimoso estado en el que se encontraba y a pesar del cual no titubeó para protegerlo le despertaron un sentimiento nuevo para él y que lo impulsaron a abrazarlo con una ternura de la que no se creía capaz, las lágrimas volvieron a brotar mientras le decía una y otra vez: “Golondrino, desde ahora te llamarás Golondrino”

   Javier procuró desde entonces el bienestar prodigado a Botija para Golondrino que en poco tiempo cambió notablemente, la alegría lo rejuveneció obtuvo el privilegio de dormir echado junto a su cama, desde la cual se podía ver el cadáver disecado de Botija que lo observaba desde un rincón con sus ojos de vidrio, como un mudo monumento a la perfidia; seguramente para recordarle a Javier la lección de nobleza que Golondrino le había dado.

 

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  • Autor: Lourdes Aguilar (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de octubre de 2023 a las 13:52
  • Comentario del autor sobre el poema: He escrito éste cuento en base a una narración de mi abuela y modificado según mi criterio, me gustan los gatos y los considero tan fieles y nobles como cualquier otra mascota, pienso que los animales son como las personas, con su propia naturaleza e instintos pero sin conciencia de maldad o bondad
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 13
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Dante Cruz Velez
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