En mi mente como mariposa, cómo rayo de luna por la ventana,
camina ella por la vida, casi sin advertir que el secreto de la eternidad se esconde en el roce de su mano,
y en el torrente que me electrifica cuando posa en mi boca sus labios.
Ella, conversa con el universo, cómo si no supiera que la magia nace en su risa,
cómo si desconociera que su sola presencia me convierte en colibrí,
que entre vuelos rezagados pronuncia su nombre dando voz a cada signo,
escuchando incluso a la H que deja de ser muda únicamente para nombrarle.
Perdida entre sus ojos selénicos,
observo a mi espíritu que antaño hundido en el aciago plañir de la desesperanza, hoy sucumbe ante la firmeza de sus palabras de seda.
Cómo si la tierra virara hacia mí, para derrocar mis convicciones más profundas,
para decirme al oído que ella no es simple casualidad, que tiene que ser milagro o tal vez ensueño.
Trazos de memoria con sus maneras atravesadas en lo más recóndito del delirio,
liberan sentires abriendo el portón a la debilidad, para que mis monstruos acaricien sus rizos.
Ella, tal vez no se entera de que la encuentro sutilmente enredada entre canciones que antes no tuvieron sentido,
que cada vez se asemeja más a los idilios fantasiosos de la niña que un día fui.
Que me envuelve su existencia y se deslíen mis ilusiones en la anarquía de quererle,
a la espera siempre ansiosa de sus besos de cortesía.
Más luego, el amargo despertar diluye su esencia y da un paso al frente aquel ruidito fantoche que me invita a claudicar,
que me anuncia el momento de regresar a mis rutinas impertérritas sin textos matinales ni anhelos autoinflingidos.
Porque lo cierto, es que el domingo estoy otra vez con los bolsillos rotos,
al borde de la cama, observando al abismo, asesinando criaturas hambrientas de mi sangre que me recuerdan que es bella, maravillosa, iridiscente, que lo tiene todo...
Menos la voluntad de quererme.
Y allí, en el silencio estridente de mis pensamientos en su cuna, evoco que "somos" es una descomunal palabra para este infinito de tan sólo unos segundos,
que en su camino, soy menos que floración de la maleza.
Con la incesante seguridad de que cuando llueve el pecho es hora de partir,
de que es la mujer correcta en la vida incorrecta, comprendo que a ella, al igual que a su luna, sólo la puedo contemplar a través de la ventana...
- Autor: Nataly Olarte ( Offline)
- Publicado: 25 de octubre de 2023 a las 09:12
- Categoría: Amor
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Ed-win, Baratza01
Comentarios1
muy buena prosa, entretenida lectura, pues tus versos atrapan al lector. Corazoncito para poema.
Gracias por leerme y por tu apreciación.
Un saludo 🖤
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