En un rincón de la casa, aislado de las miradas, hay un tazón lleno de aceite usado. Navegan sobre ese negro mar, como oscuros veleros, algunas lamparillas prendidas. Una por cada familiar difunto: una por cada ser ausente. Cada año se renueva la liturgia de las candelillas. Los que ya no están, llamados por las pequeñas lenguas de luz, se citan a beber de las llamas de las mariposas reunidos en derredor. Los imagino de vuelta a la casa que ocuparon y en la que sintieron penas y alegrías, dudas y certezas. Los oigo charlar de asuntos diarios y del tiempo agotado. Un día seremos como una de esas pequeñas lenguas de fuego. Después nada.
- Autor: Francisco M. Ortega ( Offline)
- Publicado: 1 de noviembre de 2023 a las 05:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Lale Neda
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.