Eterno

Vera Vidales

Un parpadeo insistente

hace desvanecer los garabatos

que te dedica mi mente

una y otra y vez. 

Tu nombre se convierte en un mantra

que retumba, gira y canta

sobre el borde de la copa de vino. 

Alguna vez te confesé mi amor? 

crees que es necesario? 

Vos sabes que no hay nada 

que me rescate tanto las ganas

como tocar tu presencia

cuando estás acá, frente a mí

tan al alcance de mi tacto

y tan distante de mi deseo. 

Otra vez, te miro, enmudezco y sonrío, 

mientras se dibuja en mis labios, 

la perfecta agonía del poema

que siempre llevará tu nombre. 

 

 

 

 

 

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