Loca confusión.

el brujo de letziaga

Estoy confuso en esta noche abstracta y de un rojo candente, escuchando en un tiempo muerto el sonido de la vieja corriente, un agua solitaria, en un reinado de pétalos y panes con peces, y bajo el certero círculo de una luna que no se inmuta ni cuando desconecta su luz de luna, y tengo que recoger su hilo conductor con la punta de la lengua, donde mis palabras se quedan a medias porque solamente surgen a duras penas.

 

De reojo, veo que, un foco se me enciende nuevamente, y el camarero noctámbulo me llena el vaso con ese ruido característico a chorretón de cometas, que me recrea un nuevo cosmos mental y fabuloso, pero entonces una cocinera inexperta pica cebolla y empiezo a llorar, y lo que imagino de manera creativa se llena de burbujas, de resortes, y de fluctuaciones prodigiosas que crecen de manera desordenada en cualquier dirección, adivinándose una vorágine de ajo y perejil, y lo que en la tierra tiene lógica en mi cabeza no tiene nombre. Y sigo confuso y no sé a donde ir, y sigo solo, encaminándome hacia el próximo aislamiento con este guirigay que llevo a cuestas

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