Hace tiempo estaba en un agujero oscuro, en el cual la luz no existía a plena vista, y la libertad de mi mente se encontraba entre rejas. El pecho respiraba con normalidad, pero la ansiedad me hacía sentir que el aliento era escaso, entregándome alguna taquicardia y taquipnea.
En mis ojos la oscuridad apagaba su brillo azul, y en mi sonrisa ya no había alegría, más bien
agonizaba sin una solución para salir adelante. Después de tantos años toqué el peor fondo de mi vida, y os aseguro que no se lo deseo a nadie, pues querer fallecer en plena vida no es una sensación
agradable; por una parte te sientes tan cobarde, tan vacío, tan frío... Y por otra ves que estás rodeado y protegido por los tuyos, pero te sientes solo, y ahí te das cuenta de que estás muerto en vida.
Noches en vela, ir a trabajar agotado y tener que dar lo mejor de ti, pues necesitas el dinero para vivir... No te dejas ni un minuto de descanso, tu mente te acompaña a todas partes y desconectarte de ella es demasiado complicado. Cuanto peor te sientes, más frentes se te abren, más caes, más vulnerable te vuelves de cara a la sociedad. Nadie te echará una mano al menos que lo pidas, y quienes te la echen,será al cuello; pues una persona en el suelo es más sencilla de pisar.
El mundo sigue girando, en su órbita, y la luna sigue acompañando las noches; quienes te rodean se despiertan y hacen su vida, tus compañeros van a trabajar como tú, salen y van con su familia, una cajera te da un trato agradable, en la gasolinera siguen echando gasolina, tus artistas favoritos siguen con su carrera artística... ¿Y tú? Da igual como te sientas, o la guerra que tengas con tu mente, pues el mundo no se detiene, y mientras otros viven cada momento, tú sufres cada latido...
Dejé de diferenciar sueño de realidad, pues no era capaz de decir si algo había ocurrido o solo lo había soñado, me afectó con mi familia, amigos, y en el trabajo... Los días se hacían cortos, intentaba
acompañarlos con una jornada laboral intensa, para no sentirme tan solo, tan inútil; pero las noches eran largas, silenciosas... Mi mente repasaba cada parte de mis pensamientos, me los sacaba a relucir: mi edad, mis logros, mis miles de fracasos, mis múltiples defectos... Ella se inventaba una balanza,en donde lo negaivo era abundante, y lo positivo que yo colocaba tenía poco peso, todo lo demás se convertía en ansiedad, estrés, agobio y lágrimas...
Llorar era un desahogo para cualquier persona, para mí era una forma de ahogarme y perder poco a poco la respiración, pero no lo suficiente como para que el corazón se relajara y dejara de latir... Eso deseaba, que ese jodido músculo dejara de latir y me liberara de mi jodida mente, de mí mismo al fin y al cabo... Me desprecié tanto, que dejé de mirarme al espejo por el asco que me había cogido. Sin darme cuenta, en unos meses, perdí la estabilidad emocional que tardé 19 años en lograr, tanto esfuerzo tirado por la borda, y todo porque mi peor enemigo había encarcelado a mi mejor versión.
Todo esto me bloqueó, ya no escribía, ni rapeaba, ni componía... Ya no disfrutaba como un niño pequeño en una cancha de fútbol sala, ni jugando a la X - BOX, por mucho que en los juegos creara mi mundo perfecto, fuera de esa mente tormentosa y desagradable.
Luego entré en baja por un trastorno depresivo mayor leve, y me descuidé, el hecho de poder perder mi trabajo me hizo perder aún más mi salud mental; luego burofax de la empresa, un expediente disciplinario y llegó el despido... Mi mente ya no me hablaba, pues ya me tenía donde quería, en el lugar más profundo de mi propia guerra, perdiendo todo lo que tardé años en lograr...
Mi mayor conflicto estaba en esa empresa, pues no supe gestionar un problema con un compañero, y
él salió vencedor de esta batalla que ni yo quería. Él hizo la guerra y yo dejé que pasara, sin
defenderme, estando neutro, hasta que mi mente se encendió, y prendida en llamas me quemó; pues si una célula maligna nos invade, antes de que venza la matamos, aún que esto conlleve matarnos a nosotros mismos; y así pasó, y casi me dejo vencer por mí mismo, casi... Pero ahí estaba mi plan Z.
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Tras repasar todo el abecedario, mi suerte llevaba escrita cinco nombres propios. Fueron cinco ángeles de la guarda quienes me han devuelto a la vida, y como si saliera del útero materno, me desperté de la anestesia, tras ocho horas de quirófano, y ahí estaba mi mayor batalla siendo vencida; siendo esta ese logro positivo que equilibraba mi balanza mental.
E1 2I de octubre del 2023 volví a nacer, y después de mucho tiempo, volví a sonreír como un niño pequeño, aún medio dormido estaba sonriendo. Respirar empezó a dejar de doler, y la mente sacóbandera blanca entre las ruinas que ella misma originó; guardó silencio y me dejó hundirme, pero mi peor enemigo liberó a mi mejor versión, pues con este plan, él también sanaba, y seguía saliendo vencedor.
Hoy tengo cinco ángeles de la guarda que me acompañarán de por vida; incluso he visto a la muerte agradecerles su trabajo, pues ya no lo pasará mal al verme hundido, rogándole un abrazo, sabiendo que no podía hacerlo porque sería un abrazo eterno, y aún no era momento para ello. Esa muerte que me protegió hasta dormido, que le ha dado sentidoa la vida, y ha logrado que hagamos las paces, siendo ahora mi momento para salir, ganar esta batalla y empezar a vivir como tantas veces, entre gritos de agonía, pedía desconsolado.
A mi plan Z, mi mayor plan, el más ambicioso; a este le agradezco que me pusiera delante a esos cinco ángeles de la guarda.
Gracias a la enfermera Lupe, por sus tontrías más honestas, por tener el mismo “desorden mental” que yo, por ser tan única, por su sonrisa y su fe en mí.
Gracias al Dr. Alberto Musolas, por esas manos con las que hace arte, por darme aún más ganas de lanzarme a esta aventura, por ayudarme y guiarme en este proceso tan complejo y delicado.
Gracias a las Dras. María Del Río, Carmen Higueras y Oihane García, por su especialidad de microcirugía, su atención, paciencia y dedicación hacia mi persona.
Gracias por vuestra sonrisa en todo momento, por vuestra calma, paz, tranquilidad y profesionalidad.
Gracias por hacerme sentir tan completo, tan vivo, tan a gusto conmigo mismo.
Gracias por hacerme ganar esta gran guerra, esta batalla tan delicada.
Gracias por haber formado parte de mi mayor plan:
Mi plan Z.
- Autor: ~Séptimo Cielo~ (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de noviembre de 2023 a las 13:36
- Categoría: Carta
- Lecturas: 4
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