Permanecer imperecederamente prefiero
en lo sagrado de tu entresijo de mujer
y a tu grito que se exaspera afano proveerle
el aliento que exige el céfiro favorablemente;
mis pasos detengo en mi retirada,
ávido por seguir degustando la densidad
del ardor que mora en cada inmensidad de un alcor
que yergue desde tu llanura con pasión;
el bullicio de tu dermis aclama peripecias,
y en el idioma de nuestras integridades
traduzco que anhelas permanencias
y el entrelazamiento de las almas tanto valoras;
por eso dormirás en el fuego de mi visión
y mi varonil presencia injertaré en tu ser,
bravío en lo libidinoso de tu refugio de mujer,
porque con menester estoy de tu calor
y sin la desnudez de tu alma voy a morir.
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