Hay días en que,
si pudiera,
tacharía todo
lo que he escrito
hasta hoy.
—Luis Landero.
No vale nada,
absolutamente nada.
Es carbonilla negra
en el ojo del ferroviario,
pluma que se desprende
del ave, pelo en el lavabo
de señoras, un imán sin hierro
alrededor al que pegarse.
Lo que he escrito es bazofia,
carne sangrante de un perro
que, atropellado, perece
en medio de una autopista.
Lo que estoy escribiendo,
para no desmerecer lo ya escrito,
va a desembocar en el mismo
sumidero, en la misma inanidad,
y perecerá como antes perecieron,
en un profundo olvido, en la vasta
ignorancia de quien visita una página
que cada día va desprendiéndose
de la magia, del talento que cuando
me instalé se daban cita.
Me he acostumbrado a la escasez
lectoral, soy un vocacional solitario,
génico, álmico, antrópico, y todo lo que
de mí surge genera vacío, soledad, eco,
y mi gloria es la de aquel
que no escribe para el otro
sino para sí —aunque el otro
es inevitable y edificador—,
y por ese motivo no es legión
precisamente el puñado escaso
de lectores que se molestan
en atender mis ocurrencias.
No vale nada,
y nada de lo que he hecho
vale algo.
Soy un despropósito biológico,
un engendro innecesario.
Ocupo un espacio prescindible,
un espacio que otro, con más dignidad
y acierto, llenaría con menos pena
y más gloria.
Mis escritos adolecen de todo
lo adolecible —soy un adolescente—,
no tienen una semàntica que aúne,
aunque fuera, un ápice de talento,
no dispone al lector a sentir que
ha empleado su escaso tiempo
en algo de mérito, el cual, tras concluir
a duras penas la lectura, mira a la pared
de enfrente, blanca inmaculada, con dos lágrimas
resbalando hacia la comisura, jurando en arameo
por qué ha cedido a la tentación, al veneno
de un buen título pero de un mal contenido,
pinchando el enlace y leyendo hasta el final
—dejando sus asuntos por un momento,
con todos los frentes que tiene pendientes,
con el estrés que el no atenderlos va a suponerle
ahora, cerrando Poemas del alma con una garra
en la punta de los dedos.
Nada vale lo anterior.
Y este..., este me temo que no se salvará
de la anterior quema.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2023 a las 15:04
- Comentario del autor sobre el poema: Tantas horas de creación que se van por un husillo...
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Texi, Gianella (G.V.E.) 🌹, Alexandra L
Comentarios3
Bienvenidos los eternos adolescente, yo lo soy. Es un honor el ser siempre joven. Mi padre cuando faltó con 95 años decía ¿Y cuando me haré yo mayor? Se veía como un joven eterno.
La poesía cuando rezuma juventud y buen pensar luce y mucho. Yo lo único que quemo son las hojas de los diarios cuando hago parrillada.
Un saludo y un abrazo
Me refería a que adolezco de aquellas aptitudes que decía en el poema, aunque solo en la ficción. Otro de ambos Juan.
Así es, la poesía en lo mío también es mucho de ficción, lo he entendido perfectamente, de todas formas, el comentario iba por el tema de la eterna juventud o si la juventud se mide por la edad, Un saludo y abrazo.
Sucede que, ha veces, nos golpea esa necesidad de cuestionarnos...
Pero, seguirás escribiendo (porque siempre hay algo que decir) y algunos te seguiremos leyendo... hasta el final.
Un abrazo.
Otro para ti Loren.
Poco favor te hacen estas letras. Seguirás escribiendo como el viento sigue soplando aunque nadie lo convoque.
Y algunos ( pocos o muchos) seguiremos leyendo porque nos agrada la frescura del viento.
Saludos 🤗
Todo era ficción, sé que debo tener algo cuando me lo dicen. Lo que sí es verdad es aquello de la soledad lectoral y todo eso. Un saludo Carmen,
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