Chato
Fue lo más cerca que estuve nunca de tener un perro.
Un día se acercó un perro pequeño, feo y desgarbado,a nuestra puerta.
Me dispuse a echarlo con cajas destempladas...pero le miré a los ojos y se los vi tan lastimeros y necesitados,que me dio mucha pena,de tan sólo gritarle para que se fuera.
Contaba yo por entonces 12 años,¡ y que sabia yo de la falta de cariño y la necesidad! pero...lo vi en sus ojos,en sus orejas gachas y su rabo entre las piernas.
Entre mis hermanos y yo le sacamos un cubo de agua para que bebiera,y le pedimos a nuestra madre un poco de comida que ofrecerle.
Bebió y comió con ansia,y entre bocado y bocado...yo hubiera jurado que sus ojos que me miraban me decían ¡gracias!
Todos los días se marchaba por las callejuelas,supongo que de paseo;pero siempre volvía a nuestra puerta y allí se tumbaba.
Le pusimos por nombre "chato" y siempre estaba allí tumbado a nuestra puerta sin molestar jamas,sin ladrar,ni intentar nunca entrar en casa.
Un día otros perros hicieron el intento de arrebatarle la comida que le poníamos junto a el;por supuesto mis hermanos y yo salimos en tropel a espantar a los demás perros;y al volver a mirarle a los ojos...creí volver a ver en esa mirada un agradecimiento que se colaba en el alma.
Mi hermana, ya en edad de trabajar,salía de casa todos los días a las seis de la mañana;y camino de la plaza dónde paraba el autobús...chato siempre la acompañaba,hasta que se subía en el autobús;y sólo cuando arrancaba...veía mi hermana,como volvía...a casa.
Así era todos los días...menos uno,que al empezar acompañarla, ella le dijo con un tono de enfado ¡¡ya está aquí este pesado!!
Cuando volvió del trabajo ,nos contó que nada más decir eso chato...se volvió.
Desde entonces no le rechistó nada mientras la acompañaba.
Eso aumentó nuestra admiración y cariño por ese perro feo y desgarbado al que llamamos chato.
Pero un día...no volvió;y lo estuvimos esperando sin saber que había pasado;hasta que nos enteramos que los lanceros habían dado una batida por todo el lugar;y ya...jamás lo volvimos a ver.
En la vida de una persona,unos recuerdos se van y otros permanecen imborrables...como el de aquél perro feo y desgarbado,que pusimos por nombre "chato" que se ganó por derecho un hueco permanente en mi corazón y en mi recuerdo.
Un día se acercó un perro pequeño, feo y desgarbado,a nuestra puerta.
Me dispuse a echarlo con cajas destempladas...pero le miré a los ojos y se los vi tan lastimeros y necesitados,que me dio mucha pena,de tan sólo gritarle para que se fuera.
Contaba yo por entonces 12 años,¡ y que sabia yo de la falta de cariño y la necesidad! pero...lo vi en sus ojos,en sus orejas gachas y su rabo entre las piernas.
Entre mis hermanos y yo le sacamos un cubo de agua para que bebiera,y le pedimos a nuestra madre un poco de comida que ofrecerle.
Bebió y comió con ansia,y entre bocado y bocado...yo hubiera jurado que sus ojos que me miraban me decían ¡gracias!
Todos los días se marchaba por las callejuelas,supongo que de paseo;pero siempre volvía a nuestra puerta y allí se tumbaba.
Le pusimos por nombre "chato" y siempre estaba allí tumbado a nuestra puerta sin molestar jamas,sin ladrar,ni intentar nunca entrar en casa.
Un día otros perros hicieron el intento de arrebatarle la comida que le poníamos junto a el;por supuesto mis hermanos y yo salimos en tropel a espantar a los demás perros;y al volver a mirarle a los ojos...creí volver a ver en esa mirada un agradecimiento que se colaba en el alma.
Mi hermana, ya en edad de trabajar,salía de casa todos los días a las seis de la mañana;y camino de la plaza dónde paraba el autobús...chato siempre la acompañaba,hasta que se subía en el autobús;y sólo cuando arrancaba...veía mi hermana,como volvía...a casa.
Así era todos los días...menos uno,que al empezar acompañarla, ella le dijo con un tono de enfado ¡¡ya está aquí este pesado!!
Cuando volvió del trabajo ,nos contó que nada más decir eso chato...se volvió.
Desde entonces no le rechistó nada mientras la acompañaba.
Eso aumentó nuestra admiración y cariño por ese perro feo y desgarbado al que llamamos chato.
Pero un día...no volvió;y lo estuvimos esperando sin saber que había pasado;hasta que nos enteramos que los lanceros habían dado una batida por todo el lugar;y ya...jamás lo volvimos a ver.
En la vida de una persona,unos recuerdos se van y otros permanecen imborrables...como el de aquél perro feo y desgarbado,que pusimos por nombre "chato" que se ganó por derecho un hueco permanente en mi corazón y en mi recuerdo.
- Autor: Carlos bequer (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2023 a las 17:51
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Gianella (G.V.E.) 🌹
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