La noche suspira, el hijo muere
tras dulces baladas se mece,
se recrea, se crece, pero muere.
Tan inevitable es el peso que le acompaña,
que comprime, ya sin sístole ni diástole,
nada por hacer, nada que querer, nada por temer.
Así se marcha una vida, así muere un artista.
Tan liviana fue su vida, tan marchita y tan esquiva.
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