Saudade

PECH

Saliste, incluso cuando la mañana

era un tumulto de sueños.

Te vi como la inefable profundidad del universo;

como la fresca ola que moja la orilla...

la playa envuelta de lenguas.

 

Con mis labios me gustaría tocar 

aquel país que arde: tú boca soñadora,

tímida, introspectiva... ¡Adelante!

Grita con el canto de la noche

con la furia de un gemido.

Bésame con la tibieza de tu aliento.

 

Mis manos te buscan,

ya sean

de marea,

de volcanes

de tormentas,

mis manos te buscan.

 

Tu sueñas con la utopía

y te escondes bajo los estribos

de los dioses, besando la primavera, 

caminando encima de la alfombra

con las mariposas en la cabeza

y los cipreses adornando tu cabello.

 

Mi fuego; solitario en busca de tinta

escribe sobre mi piel tu nombre.

Para colmo de todos mis males

tus ojos no se encuentran en la noche,

se difuminan entre los reflejos

de aquellas tumbas que habitan mi panteón. 

 

Con el cielo otoñal, sin prisas 

te escribo poemas debajo de la sombra...

¡Me gustaría mencionarte!

Pero hacerlo invocaría mis demonios:

mis silenciosas trampas,

el dolor

la tristeza

la soledad;

 

¡ay que soledad!

 

Todos mis demonios, mis males, mis infortunios.

 

(Ven, mira como el poeta desgarra

sus versos en el infinito azul del cielo

entristecido por la mancha del dolor).

 

¡Ay de mi dolor, que trágico dolor!

 

Que no te parezca extraño

mi sentir dramático, puesto que te adoro

con la inmensidad del mar,

te pienso en silencio

te sueño en lo oculto.

 

Expandir mis alas solo para ti

fue la música que encendía

la antorcha de mi corazón. 

Dime, después de ti

si no hay nada, mejor que se extinga mis letras

mis sentimientos 

y con una explosión 

mi corazón acabe con mi alma.

 

Me quedaré recolectando la lluvia

hasta convertir mi vida en un huracán. 

 

Quiero que tus canciones

me llenen de felicidad 

quiero que tu amor me enferme

quiero despertar saudade

propicio de miradas, susurros

de palabras llenas de dulzura y magia.

 

Jardines con bellos atardeceres 

caminatas en ríos transparentes 

madrugadas envueltas de pasión.

Mi fantasía palidece al plasmarse

en mis ojos esbeltos que arrasan

con todo hasta dejarme en la realidad.

 

Amando tu sonrisa, amando tus ojos,

amando tu cuerpo, amando, amando, amando.

Poeta solitario que busca refugio en tu nombre.

 

Noche tras noche te busco en mis sueños

arrodillado siguiendo el rastro de tu voz

ya ves, mis rodillas sangran, mis manos duelen,

a pesar de eso, te busco en mis adentros.

Noche tras noches emigro hacia el horizonte 

cuidando mis impulso, rescatando mi vida 

invocando con cada susurro tu ser.

 

Amando tu sonrisa de toda hermosura

amando tus ojos, profundos y llenos de misterio

amando tu cuerpo, creado por el viento

amando, amando, amando...

poeta solitario que busca refugio en tu nombre.

 

Musa, criatura dulcísima

cuyo amor perpetuó mis ritos

cuyo sagrado talle celebro,

te guardo en un eclipse

tocando a solas el piano.

 

Brindame de celeste cariño al final

porque moriré vencido,

moriré en la laguna de la memoria.

 

Hambriento de compañía 

también de poesía

asesinar con un martillo mis sentimientos. 

 

Aullido, gran lobo estepario;

perdido, pálido, vagabundo.

Poseído por la nostalgia,

poético hombre herido...

que te aclama con el canto de la luna

en la tenebrosa alevosía de la soledad

en el desengaño,

en la marginalidad, 

en el oleaje de un suspiro,

en un cuento infinito,

en la melodía perdida,

en el fondo del abismo...

¡Aullido, gran lobo estepario,

poético hombre herido!

  • Autor: David Pech (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 27 de noviembre de 2023 a las 23:03
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 8
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