En una charca gigante
pintaba el sol de la tarde
su potencia y su calor.
Con timidez, solitario,
miraba un gorrión corriente,
desde una rama cercana,
el agua que reflejaba
el rostro desafiante
del exuberante sol.
Sintió sed el pajarito.
Para colmar su apetito
quiso beber en la charca
y metiendo su piquito
en el agua remansada,
rompió la faz inflamada
con una honda quebrada
que descompuso la cara
del sol y su vanidad.
Al terminar, muy prontito,
la cara del pajarito
se veía en el espejo
perdido el sol su reflejo
en una charca corriente
sin casta ni vanidad.
Comentarios2
Oh que preciosidad me ha gustado un montón.
Un abrazo
Merci beaucoup, Maria. Me encanta que te haya gustado. Un abrazo también para ti.
tierno y dulce tu poema ,
es bello
gracias por compartir
besos besos
MISHA
lg
Gracias a ti por leerlo y comentarlo, Misha lg. Recibe mis abrazos del alma.
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