EL NIÑO ROTO SE CAE DEL GUINDO
Cuanto más dañaba
mi herida apretaba
contra aquella lanza.
Demostré ser fuerte,
que no me rendía
jamás ante nada.
Ni a quien me dañaba.
Miré al horizonte,
y vi muchas lanzas
que no me dañaban
siendo muy afiladas,
pues yo no apretaba
donde me indicaran.
Ni a quien la empuñara.
Marqué otro camino.
Desandé el camino
que había de llevarme,
di vuelta a mi sino,
y aún estando herido
comencé a mirarme.
¿Quién quiso dañarme?
Que no era yo mismo,
que en otros buscara
lo que no era mío,
por mirar como ellos
me hubiese arrojado
por su absurdo abismo.
Sentí estar perdido.
Las marcas de heridas
que ajan mi semblante
para tanta gente,
fuisteis protegidas,
y hasta mí acercasteis
seres degradantes
que yo no quería.
No sois respetadas,
pues hacéis un cerco
para miserables,
y así no me vieron
seres honorables
que yo deseara.
Y todo fue un nada
y lo mucho poco,
y la llama helada.
Mi afuera dio pena,
que aparto de cerca
y eso fue condena.
¡No hay herida buena!
Cortés Bracero de la Hoz
(Derechos reservados)
- Autor: Cortés Bracero de la Hoz - (El niño roto) ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2023 a las 07:51
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Mauro Enrique Lopez Z., Martha patricia B
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