Soy estudiante, imbuido en investigaciones académicas.
Angustia
Jugué al amor contigo, dispuesto a la batalla
dejando claro al viento que apuesto el corazón,
mas tú, con mil sonrisas, me hiciste un canalla
que, dando todo, todo, perdí hasta la razón.
Jugué con estusiasmo, partida tras partida
huyendo de recuerdos, chantajes y sufrir...
por eso muy consciente me alejo de la vida;
de toda aquella forma llamada souvenir.
Yo di pasión al juego y así, caí vencido,
porque como gitana supiste bien ganar.
¡Qué triste pasa el hombre, borracho y resentido,
cargando con las penas tan solo al caminar!
Tu ingrata felonía cegó mi artillería
con la que apenas daba secuencias al albur;
y quise en un momento decirte: ¡todavía
me miras y sonríes, si estoy ebrio de azur!
Tomaste la albufera con ojos de asesina,
pidiendo al cantinero dos copas de champán,
y el albo dijo algo con voz de celestina,
pues nunca yo en la vida le temo al celofán.
Jugué al amor contigo, perdí como alcornoque
la dicha de decirte: ¡yo sufro por amor!
Porque, como en la lucha se da, de pronto un choque,
pensé que en un instante sería lo mejor.
Después de tantas bucles se abrió la estrecha buelga
e hiciste un suspiro de hiena sin confín.
Las cartas en la mesa son símbolos en huelga,
que claman juntamente como eco de violín.
De pronto, la celada nos dio un gran giro extraño
y vistes a mis ojos, pidiéndome el porqué...
La noche se acercaba, te dije: —ve al escaño,
ahí, bota las cartas, después te buscaré...
Jugué al amor, y sigo, clamando por tu nombre
y el rumbo que empezamos cambió la dimensión.
Tú estabas bien sentada besando a otro hombre,
la luna fue testigo de todo el batallón.
La noche fue muriendo como hoja de una planta
y yo, al darme cuenta, no supe qué decir...
por eso, aquí te entrego con versos, suripanta
la historia de la apuesta que hicimos a morir.
Promiscua fue la noche, me dijo el cantinero,
pues ella, victoriosa, besó hasta el alguacil.
Quizá sea por golfa, por gula o por dinero,
pero su amor barato lanzó su proyectil.
La daifa empedernida volvió, de pronto al juego,
diciéndome con risas, ahora es el final;
yo soy la concubina con nombre de Talego,
sigamos la partida del ancho pedestal.
¿Qué crees dulce hetaira? Le dije anonadado,
¿acaso te imaginas que el juego seguirá?
Después de ver el duque, sumido y apretado
te dejo, albaricoque, perdido todo está...
Jugué al amor contigo, y así, perdí la apuesta,
no queda otro detalle que pueda mencionar...
Me marcho derrotado, besando la floresta,
adiós gitana alegre, me voy a descansar.
Samuel Dixon
- Autor: Samuel Dixon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de diciembre de 2023 a las 13:02
- Comentario del autor sobre el poema: Aposté al amor contigo y, salà vencido, gracias a tus trampas y a tu magia, gitana. Hoy me marcho, aún con lágrimas en los ojos al saber el plan que tenias conmigo.
- CategorÃa: Triste
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, alicia perez hernandez, jvnavarro, Alexandra L, Freddy Kalvo, Kapirutxo
Comentarios1
En verdad que se siente la angustia en tus versos. ¡Muy bien!
Abrazos fraternales Samuel.
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